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JAIME TELLO GARCÍA – Geógrafo, fotógrafo y viajero

 

ORIENTE DE TERUEL

Tierra salvaje y extrema.

Paisaje duro y yermo roto por grandes manchas de bosque frondoso y profundo allá donde se encrespa el relieve. Franja sorprendente de territorio aragonés que se resiste a reconocerse como levantino, y que guarda los paisajes y los pueblos más emocionantes de la península. Desde la Comarca de Matarraña hasta el valle del Mijares, más de 200 kilómetros de puro espectáculo natural y humano. Tierra que se abre y se retuerce y que, desde las lejanas planicies del Valle del Ebro, se intuye en el horizonte como una frontera hostil al avance de ejércitos y turistas. Matarraña, Bajo Aragón, Maestrazgo, Gúdar – Javalambre. Comarcas que se empeñan en esconder mil y una maravillas. Hasta 17 pueblos de este territorio cuentan con el reconocimiento como Conjunto Histórico Artístico, formando sin duda la mayor concentración monumental de la España rural.

Y sin embargo, viajando por estas comarcas, uno tiene la sensación de quedar al margen del tiempo, lejos de la modernidad. Villas que quedaron casi despobladas no hace tanto tiempo. Territorio abandonado a la mala suerte las malas infraestructuras que, tradicionalmente, han dificultado las comunicaciones. Tronchón, Mirambel, Cañada de Benatanduz, Puertomingalvo o Belmonte. Lugares tan sorprendentemente intactos y vacíos que paseando por ellos creo viajar a un tiempo en el que se respetaba, por necesidad, la tradición constructiva. Es cierto que mucho se han ganado en los últimos años, de la mano de la mejora en las carreteras y la dotación de nuevos equipamiento e implantación de empresas casi siempre relacionadas con el turismo. Y aún así, la visita a cualquiera de estos pueblos casi siempre se hace en soledad. El paseo se hace emocionante bajo sus fachadas y aleros, a la sombra de viejos castillos, de iglesias y palacios góticos envueltos por antiguas murallas que han sobrevivido. Un paisaje de profunda raíz medieval que ha sobrevivido a los avatares de su turbulenta historia.

COMARCA DE MATARRAÑA

Me pierdo entre mis pensamientos y los estímulos se acumulan hasta trasladarme de inmediato al Matarraña, la Tierra de las Maravillas. El pedazo de territorio más emocionante de España. Un conjunto de pueblos medievales único que, desde fuera del viejo Reino de Aragón, se hace desconocido para el gran turismo. La fuerza de su paisaje se cierra hacia el Levante con la muralla increíble de los Puertos de Beceite. Su geología y sus formas iluminadas por el cálido sol de la tarde anuncian en la distancia que, en efecto, el viajero se acerca a la Tierra Prometida. Desde el triple cerro de Calaceite, desde la ermita de Cretas, desde lo alto de La Fresneda o de Lledó, el paisaje se abre a los pies en un enjambre de olivares, almendros y manchas de pinar. Paisaje que huele a Mediterráneo. Conjuntos monumentales como el de Calaceite, paradigma de pueblo medieval y renacentista que guarda una poco habitual armonía en sus fachadas. O Valderrobres, capital de la comarca y magnífico pueblo de cuento de hadas. O Peñarroya, paisaje urbano encalado y dispuesto en niveles a la sombra fantasmagórica de su desaparecido castillo. O Mazaleón, La Fresneda, Torre del Compte…. tantos lugares sorprendentes que se antojan inabarcables.

Arens de Lledó
Beceite
Calaceite
Cretas
Fórnoles
Fuentespalda
La Fresneda
La Portellada
Lledó
Mazaleón
Monroyo
Peñarroya de Tastavins
Ráfales
Torre de Arcas
Torre del Compte
Valdeltormo
Valjunquera
Valderrobres

COMARCA DE MAESTRAZGO

Debo parte del afecto que siento por esta tierra turolense del Maestrazgo, que no es la mía, al querido Labordeta que me enseñó hace ya muchos años, a través de su País en la Mochila, la belleza de esta comarca inmensa y despoblada. En aquellas imágenes descubrí un paisaje modelado por una gente noble y arraigada en sus tradiciones. Un paisaje que, para el que es de ciudad, resultaba extraño e inquietante. Masías y pantanos que salpicaban el yermo que se abre hacia poniente, en contraposición a las sierras del levante y del sur.  Tierra medieval, de reminiscencia mágica, arrasada por la crueldad del viento y de la historia.
Y así sigue siendo décadas después. Mi primer viaje por el Maestrazgo fue allá por 2007, si no recuerdo mal, y transcurrió entre Castellote y La Iglesuela del Cid con paradas en Mirambel y Cantavieja. Un clásico periplo que incluía los más afamados conjuntos urbanos de la comarca. Más tarde pude descubrir maravillas escondidas como Luco de Bordón, Cañada de Benatanduz, Villarluengo, Fortanete o Tronchón. Pueblos que, como casi todos los de la redolada, ocupan feroces emplazamientos y guardan una calidad arquitectónica fuera de lo común. Después de estos años sigo volviendo con frecuencia a recorrer sus tortuosas carreteras, y en cada viaje descubro nuevos estímulos que no hacen sino incrementar mi afecto por esta Tierra de las Maravillas que, como decía, no es la mía y cada vez siento más como propia.

Allepuz
Bordón
Cantavieja
Cañada de Benatanduz
Castellote
Cuevas de Cañart
Dos Torres del Mercader
Fortanete
La Iglesuela del Cid
Ladruñán
Luco de Bordón
Mirambel
Miravete de la Sierra
Molinos
Pitarque
Tronchón
Villarluengo
Villarroya de los Pinares

COMARCA DE BAJO ARAGÓN

El paisaje amable del Bajo Aragón turolense, entendido en los límites de la actual comarca administrativa, no debe llevarnos a error, ya que sus pueblos y su historia están íntimamente ligados al devenir de las tierras salvajes y agrestes del levante provincial. Pueblos como Valdealgorfa o Belmonte de San José que parecen más imbricados en la tradición urbana del Matarraña y del Maestrazgo que en la de los grandes pueblos agrícolas bajoaragoneses como Calanda, Alcorisa, Castelserás, Mas de las Matas y la misma Alcañiz, capital comarcal. Hacia poniente, en efecto, se abren las grandes llanuras y los desiertos que anteceden al Valle del Ebro, que por estas longitudes se ha hecho mar por Caspe y Mequinenza. El horizonte abierto hacia el norte marca la presencia del vacío del gran río.
Hacia el sur la cosa es bien distinta. Por Mas de las Matas se abre el murallón serrano que, con una fuerte reminiscencia cinematográfica, anuncia la abrupta entrada en el Maestrazgo por Castellote. Mientras, más hacia el este por La Cerollera los bosques se hacen frecuentes y frondosos y enlazan, sin interrupción, con el paisaje arbolado y mágico del Matarraña y las sierras del Maestrazgo. Un paisaje que es sucesión de sierras alfombradas que parece no tener fin.

Aguaviva
Alcañiz
Belmonte de San José
Berge
Castelserás
La Cañada de Verich
La Cerollera
La Codoñera
La Ginebrosa
La Mata de los Olmos
Mas de las Matas
Seno
Torrecilla de Alcañiz
Torrevelilla
Valdealgorfa

COMARCA DE GÚDAR JAVALAMBRE

Hay diversos factores que contribuyen a que, en general, la comarca de Gúdar Javalambre guarde un carácter algo distinto al del Maestrazgo, el territorio vecino del norte. Gúdar Javalambre mira al sur, separada del norte por grandes sierras y profundos bosques que lo aislan y volcada sobre los grandes valles turolenses que conducen a Castellón. Quizá por ello, por una accesibilidad más favorable, por su cercanía a Teruel y Valencia y  por la presencia de la estación de esquí, este territorio se ve más frecuentado por el turismo, aunque no por ello más poblado de forma estable.
Como las otras comarcas del Oriente turolense, en esta abundan los pueblos reconocidos como Conjunto Histórico Artistico. Tal es el caso de Mora, Rubielos, Puertomingalvo y Linares. Verdaderas estrellas del firmamento turístico, pueblos monumentales que, sobre todo los dos primeros, han exprimido su potencial como forma de revertir el éxodo demográfico. Mora de Rubielos, y Rubielos de Mora, son dos pueblos que se ven extensos y dinámicos, abundantes en un patrimonio muy bien conservado. Al norte de Rubielos trepa la carretera hacia el norte indómito, hacia Linares y más allá, Mosqueruela, e incluso más allá de Mosqueruela y por una carretera que en algunos mapas ni aparece, el contacto con Cantavieja, capital del Mestrazgo. Camino de Linares se abren los paisajes serranos más espectaculares y, al llegar al pueblo, el deleite es total. Linares es, para el que esto escrie, uno de los pueblos más bellos que ha visitado. El caserío, original y perfecto, trepa aterrazado y se remata por el castillo y la iglesia, sobre un meandro del río homónimo. Pasado Linares la carretera trepa dejando al pueblo perdido en lo profundo de un agreste acantilado. La conducción se hace lenta por necesidad y el disfrute aumenta por momentos hasta llegar por Puertomingalvo y Mosqueruela por donde el paisaje se vuelve yermo