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JAIME TELLO GARCÍA – Geógrafo, fotógrafo y viajero

Ordino Arcalis (Andorra)

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A espaldas del gran eje de comunicación que vertebra el Principado de Andorra surgen unos cuantos núcleos habitados muy interesantes, antiguos poblamientos que han crecido al calor del boom turístico ligado a la presencia de estaciones de esquí. Este proceso de crecimiento se ha dado con mayor intensidad en la vertiente occidental del país, menos abrupta y más amable, ya que la oriental alberga un relieve y un valioso patrimonio natural que ha impedido su desarrollo urbano. Ordino es uno de los núcleos más destacados del poniente, es la puerta de entrada a la gran estación de Arcalis y base excursionista de un vasto territorio que abarca hasta Sorteny y Coma Pedrosa.
Cuando hay varias rutas para llegar a un lugar, siempre elijo la de perfil más complejo ya que, normalmente, se disfruta más del paisaje y del entorno. Por ello me acerque a Ordino no desde La Massana, sino desde Pas de la Casa, por la carretera serpenteante que proviene de Canillo y atraviesa el Coll que separa ambas parroquias. Desciendo desde el puerto y aparco en Ordino coincidiendo con la hora de salida del colegio. El tráfico de coches y gente es tan intenso que apenas me permite apreciar la importancia de su núcleo histórico. Por suerte aquello se disuelve rápidamente y comienzo a pasear por sus calles y a disfrutar de sensaciones que se hacen extrañas para alguien como yo que ha vivido tantos años en una meseta yerma. Pueblo con río rodeado de grandes montañas.
Poco más de 3000 vecinos pueblan de forma estable la Parroquia de Ordino, cuyo término supera las 8500 hectáreas. Se trata de uno de los territorios más despoblados del Principado, desde un punto de vista meramente estadístico, aunque tengo la sospecha, por la urbanización intensa a la que han sido sometidos los fondos de sus valles, que son bastantes más los vecinos que el fin de semana pueblan sus casas. El pueblo y sus pedanías quedan encerrados por un relieve muy accidentado, cuyos ríos han cincelado abruptas montañas y lechos escasos, en un entorno remoto y alejado del eje vertebrador del país. La ganadería y la minería del hierro fueron tradicionalmente los motores económicos del lugar, que alberga gran parte de las fargas andorranas que hoy forman un importante patrimonio industrial que cayó en desuso a finales del siglo XIX. El turismo, desde la apertura de la estación de Ordino Arcalis en 1983, ha sido la actividad dinamizadora de las últimas décadas. Turismo cultural, deportivo y de naturaleza. La Església de Sant Cornell i Sant Cebría, la parroquial de Ordino, decora el perfil del núcleo más importante de la parroquia, cabecera y centro de comercio y servicios de sus habitantes y visitantes. A su espalda, limitado por el curso del Valira y por grandes sierras, surgen un buen número de grandes y viejas casas que son un reflejo de la prosperidad que trajo consigo la explotación mineral, como la Casa Rosell, interesante vivienda dotada de capilla que ocupa una de las entradas peatonales al pueblo. Y más allá muchas nuevas viviendas, que parecen haber sido levantadas en las dos últimas décadas, segundas residencias que por lo general quedan bien integradas en el paisaje.
Remonto el curso del Valira y, jalonadas por un relieve en creciente encrespamiento se suceden algunas parroquias que salpican un paisaje bellísimo. No en vano, el valle encajonado en que se asienta Ordino es de los más espectaculares del país pirenáico, y aún lo será más si decidimos aventurarnos hacia Llorts y la estación de esquí, la Andorra más oculta y recóndita que sin embargo también ha sido abrazada por el progreso. No lo dudo y subo hasta las pistas, y pienso en lo dura que debió ser la vida en estos valles no hace tanto, hace unas cuantas décadas cuanto las comunicaciones se hacían difíciles y este no era aún un país tan turístico. Y veo reflejada la dureza de esa vida y la nobleza de sus gentes en la extraordinaria arquitectura popular, pueblos de atmósfera medieval y paisaje casi alpino en el corazón de los Pirineos.

© 2016 Jaime Tello García


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