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JAIME TELLO GARCÍA – Geógrafo, fotógrafo y viajero

Ojos Negros (Teruel)

OJOS NEGROS Precioso nombre el de este pueblo turolense, ¿verdad?. Ojos Negros, cerca ya del límite entre Teruel y Guadalajara, en la comarca del Jiloca, es en la actualidad un pequeño pueblo del que, paseando por su casco urbano, difícilmente podríamos saber de su gran pasado minero. Situado junto a la Sierra Menera, sus ricos yacimientos de hierro generaron una intensa actividad extractiva, con la construcción de un importante poblado minero kilómetros arriba del viejo pueblo, e incluso una via …

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OJOS NEGROS
Precioso nombre el de este pueblo turolense, ¿verdad?. Ojos Negros, cerca ya del límite entre Teruel y Guadalajara, en la comarca del Jiloca, es en la actualidad un pequeño pueblo del que, paseando por su casco urbano, difícilmente podríamos saber de su gran pasado minero. Situado junto a la Sierra Menera, sus ricos yacimientos de hierro generaron una intensa actividad extractiva, con la construcción de un importante poblado minero kilómetros arriba del viejo pueblo, e incluso una via férrea para dar salida al mineral hacia los altos hornos y los puertos de Levante. Hoy queda poco de todo aquello, ya que los altos hornos y las minas cerraron en 1987. Este cierre puso punto final a una actividad extractiva milenaria, ya que el término de Ojos Negros ha contado con presencia humana, siempre ligada a la actividad minera, desde época prehistórica, aunque fueron los íberos los que poblaron por primera vez estas tierras de forma estable. Después pasaron romanos y musulmanes, que las gobernaron hasta la Reconquista en el siglo XII. Tierra de frontera entre los reinos cristianos de Castilla y de Aragón, las regalías concedidas por la corona promovieron la producción de sal, de la que hoy tan solo quedan salinas abandonadas. Minas, salinas, sierra y páramos del Jiloca. Paisaje valioso que la Vía Verde de Ojos Negros, de las más largas de la península, intenta potenciar tomando el relevo de la actividad extractiva para hacer del turismo el nuevo motor económico. El casco urbano, de exquisita armonía y gran belleza, alberga algunas viejas casas blasonadas, una torre fortificada que es lo que queda de su viejo castillo, y su iglesia parroquial. Visita muy recomendable es el molino que aún se alza orgulloso en la carretera hacia el barrio minero, y desde su ubicación se domina y amplísimo paisaje sobre el valle del Jiloca.
© 2017 Jaime Tello García


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