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JAIME TELLO GARCÍA – Geógrafo, fotógrafo y viajero

Fermoselle (Zamora)

FERMOSELLE Fermoselle es un pueblo grande y hermoso enclavado en el borde entre la inmensa meseta hispana y la frontera con Portugal, asomado a un balcón sobre los Arribes del Duero hecho cañón por capricho de la geología y lago por necesidad del hombre. Se ubica en el extremo suroccidental de la provincia zamorana y de la comarca de Sayago, en un espacio de paisaje singular por lo que no se puede decir que sea paradigma de villa sayaguesa. Está …

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FERMOSELLE
Fermoselle es un pueblo grande y hermoso enclavado en el borde entre la inmensa meseta hispana y la frontera con Portugal, asomado a un balcón sobre los Arribes del Duero hecho cañón por capricho de la geología y lago por necesidad del hombre. Se ubica en el extremo suroccidental de la provincia zamorana y de la comarca de Sayago, en un espacio de paisaje singular por lo que no se puede decir que sea paradigma de villa sayaguesa. Está considerada cabecera de una amplia tierra a caballo de Zamora y Salamanca, tierras sayaguesas de Arribes y de Almendra. La razón de ser de la fundación de Fermoselle se encuentra en su extraordinario emplazamiento defensivo, sobre un peñasco en el que se asentaron las primeras poblaciones hace más de mil años y en el que se levantó el castillo de Doña Urraca, que conserva el recinto y poco más. Desde allí, desde el punto más alto de Fermoselle la panorámica se hace infinita sobre el juego de colinas y arroyos que caen de forma suave hasta el abrupto tajo de los meandros del viejo Douro, que por aquí recibe el aporte importante del Tormes, salmantino y serrano y remansado en la Almendra, mar interior del viejo reino leonés.
Fermoselle cuenta con un casco urbano conservado de forma milagrosa a través del tiempo, con edificios de gran raigambre como es su Iglesia de la Asunción, que aún guarda elementos de su fábrica románica y enclavada en la fabulosa Plaza Mayor, o el Convento de San Francisco, del siglo XVIII, convertido en Centro de Interpretación del Parque de los Arribes. La villa es un magnífico continuo de arquitectura popular, de calles empedradas y fachadas en las que aflora el granito omnipresente. Algunas nobles casonas ponen de manifiesto los importantes linajes que aquí habitaron y la relevancia histórica del lugar.
Además, el clima atemperado por la menor altitud y la relativa cercanía al océano hace de este pueblo y sus tierras un reducto al abrigo de una luz cálida y acogedora que ilumina las calles amables por las que pasear en los duros días del invierno zamorano.
© 2017 Jaime Tello García


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