EL PEDROSO DE LA ARMUÑA La cuna de Cortadillo, el famoso personaje que Cervantes hizo universal, es este pueblo pequeño ubicado en las tierras salmantinas de la inmensa llanura de la Armuña. Sus principales curiosidades son lo excéntrico del emplazamiento de su Iglesia Parroquial, y la bella estación de ferrocarril que aún se alza orgullosa al occidente del casco urbano, casco por otra parte muy heteogéneo en el que se combinan la vieja piedra dorada que abunda en los pueblos …
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EL PEDROSO DE LA ARMUÑA
La cuna de Cortadillo, el famoso personaje que Cervantes hizo universal, es este pueblo pequeño ubicado en las tierras salmantinas de la inmensa llanura de la Armuña. Sus principales curiosidades son lo excéntrico del emplazamiento de su Iglesia Parroquial, y la bella estación de ferrocarril que aún se alza orgullosa al occidente del casco urbano, casco por otra parte muy heteogéneo en el que se combinan la vieja piedra dorada que abunda en los pueblos de la comarca, el ladrillo, el revoco, incluso algunos esgrafiados, y los grandes portalones de acceso a corrales y naves agrícolas. El Pedroso, como todos los pueblos armuñeses, mantiene su estructura urbana casi intacta, y un fuerte carácter rural que apenas se ha visto afectado por la tendencia a modernizar que ha desfigurado tantos pueblos hermosos.
De la historia de El Pedroso poco se sabe anterior a la cristianización de la "Al Munia", nombre que recibía la Armuña en tiempos de la dominación musulmana. Tan sólo viejas leyendas que hacen referencia al hallazgo de un enterramiento íbero encontrado en el término. La presencia del camino entre Salamanca y Medina, que parece pasaba por El Pedroso, y el conflicto casi constante en esta tierra de frontera entre León y Castilla, determinaron su propia fundación. A finales del siglo XV y principios del XVI ya consta documentalmente la existencia de un archivo municipal, de una casa parroquial y de una iglesia, y lo que es más importante, habla del "Concejo" que, a diferencia de otras villas y aldeas que rendían al Señor, administraba sus propios asuntos. Además, los habitantes de El Pedroso contaban con las tierras que trabajaban en su propio provecho mediante canon al Señor, Gonzalo de Ovalle, que las había cedido para su explotación. Son los "quiñones", tierras comunales que hoy son propiedad del ayuntamiento y que las cede a sus vecinos. Ello favoreció el establecimiento de una población muy estable en la que incluso, fruto del pequeño excedente que generaba la actividad agrícola, surgieron colectivos de artesanos que mejoraron la economía local. En un mundo desruralizado, los más viejos del lugar deben aún recordar los grandes beneficios que trajo consigo la titularidad de una tierra explotada por sus vecinos, sin servidumbres.
© 2017 Jaime Tello García
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