Almeida de Sayago (Zamora)

ALMEIDA DE SAYAGO El Sayago zamorano en realidad son dos mundos: uno que podríamos decir “de costa», más exuberante y cálido, que se asoma a los Arribes, y otro de interior, donde abundan huertos, cultivos, praderas y dehesas, paisaje que caracteriza a la comarca. Almeida es uno de los grandes pueblos del interior sayagués, ubicado en la gran plataforma de interfluvio entre el Duero y el Tormes. Cercano ya al pueblo está el enorme Embalse de Almendra, agua tormesina remansada …

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ALMEIDA DE SAYAGO
El Sayago zamorano en realidad son dos mundos: uno que podríamos decir “de costa", más exuberante y cálido, que se asoma a los Arribes, y otro de interior, donde abundan huertos, cultivos, praderas y dehesas, paisaje que caracteriza a la comarca. Almeida es uno de los grandes pueblos del interior sayagués, ubicado en la gran plataforma de interfluvio entre el Duero y el Tormes. Cercano ya al pueblo está el enorme Embalse de Almendra, agua tormesina remansada que baña las orillas zamorana y salmantina y que aporta vida y frescor a esta tierra de frontera. Lo primero que captó mi atención de este pueblo fue su precioso topónimo, de bella sonoridad y reminiscencia árabe compartido con famosas plazas portuguesas. Aunque no hay consenso sobre su origen, los unos hablan de referencias a mesetas o campos llanos como los que rodean al pueblo, y otros hablan de una leyenda que ubicaba a Almeida en "el medio" de una tierra de señorío de siete villas ante cuyas disputas decidieron establecer un núcleo centrado en el territorio para apaciguar los ánimos. Y esa sería Almeida, que aún conserva en su escudo la referencia a esas siete villas.
Es Almeida un pueblo gobernado por el granito arrancado de la tierra para levantar los muros de sus casas y de su iglesia barroca, que despunta y recibe al viajero a pie de carretera. También es un pueblo viejo, cruce de vías romanas y asentamiento que en su origen fue musulmán, abundante en topónimos de raiz árabe, y también judío, comunidad que contó con el barrio del ghetto. Siempre ha sido y sigue siendo un pueblo ligado a la actividad agropecuaria, que contó con una incipiente industria ya desaparecida de la que se conservan algunos edificios y que, en los primeros años del siglo XXI ha abrazado la actividad turística con la reapertura de su balneario y la consolidación del turismo rural. Y como todo el Sayago, también es esta una tierra de agua, de discurrir pausado de regueras y arroyos, de viejos puentes de piedra de una belleza extraordinaria. Si bien es cierto que el pueblo actual ha sufrido desgraciadas operaciones de renovación residencial que le han hecho perder encanto, no podemos llevarnos a engaño por la fachada que exhibe desde su carretera, ya que en la parte alta, hacia el nordeste del casco urbano, aún se mantienen las estructuras del viejo pueblo, fachadas, tapias y traza urbana que bien merece la pena visitar.
© 2017 Jaime Tello García


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