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JAIME TELLO GARCÍA – Geógrafo, fotógrafo y viajero

Abejera (Zamora)

ABEJERA Siento un especial interés por las tierras del occidente zamorano del Sayago, Aliste y Sanabria, comarcas muy despobladas, donde se hace patente la soledad y el aislamiento secular de sus pueblos y la indómita belleza de sus paisajes, de sus sierras y sus valles. Además, en el Aliste zamorano existe una concentración inusualmente elevada de pequeñas aldeas que, por su reducido tamaño, no cuentan hoy día con ayuntamiento propio. El relieve accidentado y la dificultad en las comunicaciones, así …

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ABEJERA
Siento un especial interés por las tierras del occidente zamorano del Sayago, Aliste y Sanabria, comarcas muy despobladas, donde se hace patente la soledad y el aislamiento secular de sus pueblos y la indómita belleza de sus paisajes, de sus sierras y sus valles. Además, en el Aliste zamorano existe una concentración inusualmente elevada de pequeñas aldeas que, por su reducido tamaño, no cuentan hoy día con ayuntamiento propio. El relieve accidentado y la dificultad en las comunicaciones, así como el tipo de aprovechamiento agrícola y ganadero parecen estar detrás de esta proliferación de diminutos núcleos urbanos. Pueblos de piedra como Abejera, cuyas casas de mampostería y con grandes corralones resisten a la presión de la vida moderna y sus comodidades.
Abejera es un pueblo ubicado en la tierra de lobos que es la Sierra de la Culebra, cercano a la vía férrea que comunica Medina con Galicia y que cuenta con un pequeño apeadero en el pueblo desde el que se tiene una vista espléndida del entorno. Pertenece al ayuntamiento de Riofrío de Aliste, y fue poblado, según consta documentalmente, en el siglo XVI en los dominios del Señorío de Tábara. Contó con ayuntamiento propio y montes comunales cuyos pastos generaron un cierto desahogo a la vida de sus pobladores. El marcado carácter rural de estas tierras y lo remoto de su emplazamiento han hecho que Abejera llegue a nuestros días conservando casi intacta la esencia con la que sus casas, sus calles y sus espacios públicos fueron concebidos. La Iglesia de la Natividad sigue alzando su bella espadaña que compite en porte con el gran árbol que se yergue frente a ella. Y aunque el caserío ha sufrido transformaciones, aún es posible disfrutar, en esta tierra de Aliste como en pocos otros lugares de nuestro país, de un entorno rural genuino y no masificado. El Aliste, tierra de pueblos ocultos y remotos en los que saborear la esencia de nuestro pasado rural.
© 2017 Jaime Tello García


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