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JAIME TELLO GARCÍA – Geógrafo, fotógrafo y viajero

Utrilla (Soria)

UTRILLA Compartí varios años de trabajo con Isidro, que nació en Utrilla. Eran los últimos años de su vida laboral antes de la jubilación, y con frecuencia hablaba de su pueblo. Y yo le preguntaba, ya que me interesa todo lo relacionado con el modo de vida rural, sus usos y costumbres, y cómo se produce el choque entre el campo y la ciudad. Por su forma de hablar, diría que Isidro ansiaba la jubilación, retirarse a su pueblo y …

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UTRILLA
Compartí varios años de trabajo con Isidro, que nació en Utrilla. Eran los últimos años de su vida laboral antes de la jubilación, y con frecuencia hablaba de su pueblo. Y yo le preguntaba, ya que me interesa todo lo relacionado con el modo de vida rural, sus usos y costumbres, y cómo se produce el choque entre el campo y la ciudad. Por su forma de hablar, diría que Isidro ansiaba la jubilación, retirarse a su pueblo y alejarse del mundanal ruído madrileño. Isidro hablaba de historias de caza y discutíamos sobre ello ya que teníamos posturas contrapuestas. También hablaba sobre el placer de cultivar su propio huerto. O sobre el viento frío seco y cruel que corre por estas tierras del oriente soriano. Y también, cómo no, relataba el difícil encuentro entre los que no marcharon en la emigración y los que sí lo hicieron, aquellos que viven desde siempre en su pueblo y los que van de visita de tanto en tanto. Los unos más pegados a la tierra, más cerrados si se quiere, de costumbres más fijas y los otros, para mejor o peor más modernos y cosmopolitas. Utrilla no es una excepción y en ese sentido, vive cada verano con emoción la vuelta de los hijos y nietos del pueblo que, en las fiestas de San Bartolomé o en las noches frescas de Castilla, hacen reverdecer con su presencia y bullicio la que antaño fue gran vitalidad de todos estos pueblos.
Utrilla es un pueblo viejo y pequeño, tan viejo que dice la leyenda que el Cid le dió nombre, al dar a escoger a sus vecinos entre "cid" o ("u") "trilla", entre batalla y labor. Y tan pequeño ha quedado tras el éxodo rural que no cuenta con ayuntamiento propio. Pertenece a Arcos de Jalón, a su jurisdicción y a su comarca y al partido judicial de Almazán. Se ubica en el fondo del valle del Morgón, amplio y excavado con paciencia por arroyos y rieras que, a poco, morirán en el célebre río Jalón, río aragonés que nace en Castilla y que ha modelado un bello paisaje de colinas, llanuras y valles hermosos y verdes como este. La forma natural de llegar a Utrilla es desde Arcos, ya que por allí pasan grandes e importantes ejes de comunicación peninsulares: el ferrocarril de Madrid a Zaragoza, que dió sentido y futuro a la capital municipal, y la autovía del Nordeste, heredera de la vieja Nacional II. Tras unas cuantas curvas, de subida y bajada a las sierras y los páramos que conforman el paisaje aparece en el horizonte el perfil del pueblo, no sin antes esquivar con acierto tres ejemplares de corzos jóvenes que se cruzan en mi camino. Al llegar, lo primero que visito es la Ermita de Santa Ana, lugar de devoción popular y excelente mirador sobre el paisaje que abriga a Utrilla. Como telón de fondo surge la Sierra del Moedo y ante ella el campanario de la Iglesia de Nuestra Señora del Valle, la parroquial del pueblo, edificio digno e importante que expone la belleza de largos siglos de historia de la arquitectura románica, gótica y plateresca. En torno al templo creció la aldea de forma concéntrica como evidencia su trama urbana, con el fin de buscar protección para sus casas y corrales. Dos puertas tuvo, la de Abajo y la de Encima, en el camino hacia Monteagudo y Medinaceli, de las que sólo se conserva esta última. Mucho han cambiado los tiempos, y las técnicas constructivas, y sin embargo Utrilla mantiene un caserío bien conservado, con algunas casas demasiado modernas y otras demasiado abandonadas sin desmerecer demasiado el conjunto. El paseo por sus calles se hace calmado y silencioso, intentando esquivar el hielo que queda como testigo de las nevadas de febrero que, dicen, ya no son tan copiosas como las de antes.
© 2017 Jaime Tello García


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