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JAIME TELLO GARCÍA – Geógrafo, fotógrafo y viajero

Torrelapaja (Zaragoza)

TORRELAPAJA Andaba yo terminando mi paseo por Torrelapaja cuando atisbé en la distancia el perfil de uno de sus vecinos y así supe que aún queda vida en este pueblo. Por lo demás, ningún signo de presencia humana, ninguna televisión como hilo de fondo, ningún coche, ningún tractor funcionando. La estadística dice que no llegan a cincuenta los empadronados aquí, y al menos conseguí ver a uno. El pequeño pueblo de Torrelapaja ejerce como cabecera y puerta de entrada zaragozana …

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TORRELAPAJA
Andaba yo terminando mi paseo por Torrelapaja cuando atisbé en la distancia el perfil de uno de sus vecinos y así supe que aún queda vida en este pueblo. Por lo demás, ningún signo de presencia humana, ninguna televisión como hilo de fondo, ningún coche, ningún tractor funcionando. La estadística dice que no llegan a cincuenta los empadronados aquí, y al menos conseguí ver a uno.
El pequeño pueblo de Torrelapaja ejerce como cabecera y puerta de entrada zaragozana a las fantásticas profundidades del hermoso Valle del río Manubles, que corre serpenteante y encajado varias decenas de kilómetros hacia el sur hasta morir en el Jalón allá por Ateca. Cercano se alza Berdejo y su castillo, detalle importante que está en el origen de Torrelapaja ya que antaño fue pedanía berdejana y en su término se levantaron edificios ("torres") para guardar el cereal y la paja. Tal parece ser el origen del topónimo. Junto al pueblo corre una importante carretera nacional que comunica Calatayud con Soria y que, en el ámbito de este espacio despoblado, podríamos decir que está bastante transitada. El ferrocarril Santander - Mediterráneo también circuló por el lugar, hasta que llegó una de las grandes tragedias que se ha vivido en el medio rural español, el cierre de líneas en las últimas décadas del siglo XX. El tren trajo vida y dió vía de escape a personas y mercancías, su presencia suponía esperanza y su cierre conllevó el fin de una forma de vida.
El caserío de Torrelapaja es bello y discreto, se dispone en una cubeta formada por pequeñas sierras que lo protegen de los fríos provenientes del Moncayo. Las casas forman dos o tres calles principales cuyos extremos se sumergen en los campos del entorno. En el mismo centro del pueblo se alzan sus más importantes edificios como la Iglesia de San Millán, fábrica sólida en sillar levantada en el siglo XVI rematada por una preciosa torre almenada. Frente al templo se encuentra el Hospital de San Millán, edificio también del XVI en apariencia sencillo y que, por lo que leo después de mi visita, ya que in situ no pude visitarlo, cuenta con un patio gótico - renacentista excepcional que, intuyo, no debe ser muy conocido fuera de la comarca.
© 2017 Jaime Tello García


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