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JAIME TELLO GARCÍA – Geógrafo, fotógrafo y viajero

La Hoz de la Vieja (Teruel)

LA HOZ DE LA VIEJA Uno esperaría que tras el nombre de este pueblo se escondiera la historia de una vieja, quizá una bruja, que habitara aquí en tiempo pasado. Contra lo que pueda suponerse, el topónimo de La Hoz de la Vieja sí tiene relación con una hoz, en la que se asienta el pueblo, pero no con esa supuesta vieja, sino con la castellanización del rubiello, material rocoso rojizo que abunda por estos lares y que dió nombre …

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LA HOZ DE LA VIEJA
Uno esperaría que tras el nombre de este pueblo se escondiera la historia de una vieja, quizá una bruja, que habitara aquí en tiempo pasado. Contra lo que pueda suponerse, el topónimo de La Hoz de la Vieja sí tiene relación con una hoz, en la que se asienta el pueblo, pero no con esa supuesta vieja, sino con la castellanización del rubiello, material rocoso rojizo que abunda por estos lares y que dió nombre a la antigua "Foz Rubiella". La Hoz es pura ubicación, una ubicación excepcional, un pueblo colgado a ambos lados de la profunda garganta que el Armillas forma aquí y cuya visión, desde el sur, es puro espectáculo de arquitectura tradicional y geología, y un paisaje rural aragonés en peligro de extinción. En lo alto, el torreón medieval de La Hoz de la Vieja mantiene su porte secular y vigila el estrecho paso que abre el río en este pedazo de tierra. Tan implicado está el río en la vida del pueblo que más de un susto se han llevado los hozviejanos ante avenidas que han arrasado con la parte baja de su casco urbano. Al trepar por la pronunciada ladera rocosa sobre la que se asienta, llena de vericuetos, recodos y escaleras, la vista se abre hacia el sur y los tejados se iluminan con la luz del sol tímido de las tierras altas turolenses. Pasando ante su Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, de trazas góticas, o de la lonja de su ayuntamiento, uno tiene la sensación de haberse perdido en un tiempo de caballeros, de batallas y de la dura vida de los agricultores que aquí moraron y que, en su mayoría, marcharon para siempre durante el siglo XX en busca de una vida mejor.
© 2017 Jaime Tello García


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