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JAIME TELLO GARCÍA – Geógrafo, fotógrafo y viajero

Igualada (Barcelona)

Igualada es una pequeña ciudad que me impresionó profundamente. Nada conocía de ella antes de recorrer sus calles, y mucho provecho saqué de aquella visita en la que disfruté, sin esperarlo, de su emplazamiento singular entre sierras y valles y de su ingente patrimonio fruto de su pasado medieval, agrícola, comercial e industrial. Igualada se ubica en la corona exterior del área metropolitana de Barcelona, y es innegable que hasta aquí llegan los flujos de ciudadanos que requieren de una …

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IGUALADA
Igualada es una pequeña ciudad que me impresionó profundamente. Nada conocía de ella antes de recorrer sus calles, y mucho provecho saqué de aquella visita en la que disfruté, sin esperarlo, de su emplazamiento singular entre sierras y valles y de su ingente patrimonio fruto de su pasado medieval, agrícola, comercial e industrial. Igualada se ubica en la corona exterior del área metropolitana de Barcelona, y es innegable que hasta aquí llegan los flujos de ciudadanos que requieren de una importante movilidad entre los distinos sectores de este gran espacio metropolitano. Es una ciudad industrial y comercial, bien comunicada, con fuertes relaciones con el interior de Cataluña y con los valles de l´Anoia y el Llobregat, y forma junto a Vilafranca, Manresa o Vic un cinturón de ciudades medianas a una distancia semejante de Barcelona, entre 40 y 60 kilómetros. Todas ellas son capitales de comarca y vertebran un territorio amplio al que sirven en cuanto a empleo, comercio y servicios. Y también entre todas ellas, y la gran ciudad, y otros sectores del área metropolitana, se ha creado una red de dependencias a la que sirven ferrocarril y carreteras que, desde muy temprano, comunicaron estas ciudades con el litoral y entre sí. No es baladí que desde hace mucho tiempo esté entre los proyectos estrella de las infraestructuras catalanas un gran ferrocarril que comunique todas estas ciudades y el interior catalán sin la necesidad de pasar por Barcelona, tal es la importancia demográfica y económica de todas ellas. Además, todas tienen un fuerte componente industrial, agrícola y comercial, variando la importancia de cada uno de estos aspectos, reforzado el industrial en Manresa o Igualada, el agrícola o ganadero en Vilafranca y Vic, y el comercial en todas ellas que ejercen de grandes mercados comarcales. En este sentido Igualada es un crisol extraordinario en el que históricamente se han desarrollado actividades ligadas a la agricultura, la industria y el comercio. Igualada es una de las cunas de la industrialización catalana, fruto de su ubicación cercana a recursos minerales y a la abundancia de agua. Fruto de la pujanza que alcanzó la ciudad a partir del siglo XIX, aún es posible disfrutar de un catálogo extraordinario de arquitectura industrial al pasear por sus calles, un patrimonio cuya protección debe ser la prioridad de las autoridades locales, ya que no se trata sólo de parte de su pasado más inmediato sino de uno de los mejores exponentes de ciudad tempranamente industrializada que quedan en la península. Fruto de este desarrollo económico, en la ciudad también se levantaron un buen número de edificios públicos y privados de aire decimonónico y modernista propios de una próspera ciudad de provincias. También es evidente la herencia de su pasado medieval, particularmente en su trazado urbano y en un buen número de casas que colmatan el casco histórico y que parecen hundir sus raíces en la arquitectura residencial gótica y renacentista de soportales, arcos, pasadizos, historiadas ventanas, casas apretadas, de estrecha fachada y gran altura, una gran densidad de población en un recinto antaño amurallado y cuya forma aún se percibe en el plano. Y es que la almendra que fue el origen de la ciudad, encerrada entre ramblas, paseos, y las plazas de la Creu y del Rei sigue siendo el corazón de la ciudad, el espacio de convivencia y relación más importante y que gira en torno a la Plaça del Ajuntament, epicentro y sede del poder local, bellisimo ágora soportalada, multicolor, que alberga el edificio del Ayuntamiento y la Basilica de Santa Maria. Hacia el oriente partiendo de la plaza se alzan las casas más importantes del modernismo y la pujanza industrial igualadina, como es Cal Ratés. Y hacia los bordes del casco urbano, vestigios de su pasado industrial, actividad que buscaba amplios espacios cercanos a los cursos de agua que cercan la ciudad. No en vano, Igualada surgió hace más de mil años y creció y prosperó encaramada a un escarpe colgado sobre ambos ríos, allá donde el río se ensancha ("aqualata"). Una posición en altura, defensiva, que favoreció que la antigua vila closa mantuviera su pujanza hasta que en el siglo XVII sus murallas quedaran superadas por nuevos barrios en los que se instalaron curtidurías y un buen número de industrias de transformación, sobre todo textiles, aprovechando la fuerza del agua que movía los numerosos molinos instalados en sus riberas. De esta forma Igualada se puso a la vanguardia del proceso industrializador que la situó en el mapa de las ciudades que impulsaron el desarrollo del país. Fruto de todo ello tenemos el presente magnífico de esta ciudad de importancia capital en la creación de la Cataluña moderna.
© 2017 Jaime Tello García


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