Vitigudino (Salamanca)

VITIGUDINO Vitigudino es la capital del occidente salmantino. Es un pueblo grande o una ciudad pequeña, según quieran pensar sus habitantes. Y esto no es ni bueno ni malo, ya que por contar con cierto volumen demográfico alberga servicios que sirven a toda una amplia comarca remota y despoblada, y precisamente por ello ha perdido con mayor intensidad parte del patrimonio popular que atesoraba. Vitigudino se ubica en tierra llanuras y dehesas cercana ya a las Arribes y a la …

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VITIGUDINO
Vitigudino es la capital del occidente salmantino. Es un pueblo grande o una ciudad pequeña, según quieran pensar sus habitantes. Y esto no es ni bueno ni malo, ya que por contar con cierto volumen demográfico alberga servicios que sirven a toda una amplia comarca remota y despoblada, y precisamente por ello ha perdido con mayor intensidad parte del patrimonio popular que atesoraba. Vitigudino se ubica en tierra llanuras y dehesas cercana ya a las Arribes y a la frontera con Portugal. En torno a la villa se ha formado un amplio cinturón de campas que yerman el paisaje aunque no por ello pierde el característico perfil de esta tierra castellanoleonesa, amplios horizontes y luz brillante. El pueblo cuenta con 3000 habitantes y es cabeza de partido, una de las cinco con que cuenta la provincia de Salamanca y es así que su escudo, que contiene la pluma y la espada, forma parte del emblema provincial.
Castros vetones y asentamientos celtas han sido hallados en el entorno de Vitigudino y dan fé de su larga historia. De hecho, uno de sus antiguos habitantes, Alvito Godino, que se dice fue uno de los fundadores del asentamiento, dió nombre al lugar. Poblada por visigodos y musulmanes, la plaza fue reconquistada y cristianizada por las huestes de Fernando II, que la ponen bajo la protección de la diócesis de Salamanca en el marco de la Estremadura leonesa. Durante los siglos siguientes y hasta el XIX, cuando se pone fin al Antiguo Régimen, la villa prospera como centro agrícola y ganadero, y mantiene una importante actividad molinera y comercial con su tierra. Villa de Realengo y lugar de celebración de ferias. El Convento de Santo Toribio o la Iglesia de San Nicolás de Bari son los edificios más destacados de los pocos que ha sobrevivido a guerras, desamortizaciones y la especulación que se ha extendido, incomprensiblemente, por el interior del casco antiguo de la villa y que ha acabado con una gran parte de la arquitectura popular que atesoraba. Aún así es muy destacable el valor paisajístico de su Plaza Mayor, que alberga el fabuloso campanario, el ayuntamiento y algunas construcciones de gran relevancia. Desde la plaza se abre un abanico de calles que buscan las salidas del pueblo jalonadas por grandes casonas, casi siempre renovadas en tiempo reciente, que se alternan con modernos edificios plurifamiliares. En el horizonte se alza la gran torre del repetidor, que enrarece el perfil de Vitigudino y sin embargo le da empaque como centro comarcal. Y hacia el borde externo del casco urbano se abren los campos y se ubican el depósito y la Ermita del Socorro, magnífico edificio del siglo XVI rematado por una bella espadaña.
© 2017 Jaime Tello García


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