VILLARMAYOR Villarmayor es un pueblo agradable muy típico de estas tierras ledesminas, que aunque abraza el futuro con la modestia de su dimensión y su estructura esencialmente rural, presume de contar en su término con grandes testigos de un pasado muy remoto: túmulos y dólmenes megalíticos, y un pequeño puente y una fuente romana. Es un pueblo pequeño, enclavado en un paisaje de dehesas que comienzan a surgir en las tierras ledesminas y que ya acompañarán al viajero hasta las …
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VILLARMAYOR
Villarmayor es un pueblo agradable muy típico de estas tierras ledesminas, que aunque abraza el futuro con la modestia de su dimensión y su estructura esencialmente rural, presume de contar en su término con grandes testigos de un pasado muy remoto: túmulos y dólmenes megalíticos, y un pequeño puente y una fuente romana. Es un pueblo pequeño, enclavado en un paisaje de dehesas que comienzan a surgir en las tierras ledesminas y que ya acompañarán al viajero hasta las sierras y hasta la frontera con Portugal. Es Villarmayor un pueblo denso, de calles generalmente estrechas y casas de tipología muy variada, pocas en tapial, unas cuantas en mampuesto o sillarejo, y una gran parte reformadas y rehabilitadas en líneas modernas que, al menos, han conservado la volumetría. Y es que el pueblo se ha beneficiado de su cercanía a Salamanca, de la que apenas dista 27 kilómetros, para mantener una parte de su población que trabaja en la gran ciudad y los que marcharon que regresan el fin de semana y en vacaciones. El caserío actual de Villarmayor se dispone de forma horizontal, una escasa ambición por destacar en el horizonte de amplia llanura y dehesa expuesta a los elementos. La Iglesia de San Vicente Mártir es el edificio más destacado de su pequeño casco urbano, en el que también se encuentran el frontón y la ermita. Y fuera del pueblo, el viejo depósito que es seña de identidad común a muchos de los pueblos de la comarca.
© 2017 Jaime Tello García
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