SINLABAJOS En la tierra abulense de Arévalo se levanta, sobre una pequeña colina que destaca en el horizonte infinito de llanuras castellanas, el pueblo de Sinlabajos. Es un pueblo pequeño de la Moraña mudéjar, tierra de frontera entre reinos anriguos. El caserío, de escasa altura, construído en adobe, ladrillo y piedra, es el típico de los pueblos de la Castilla cerealista, casas sencillas y funcionales, amplios corrales y numerosos almacenes de maquinaria agrícola. La Iglesia de San Pelayo, de origen …
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SINLABAJOS
En la tierra abulense de Arévalo se levanta, sobre una pequeña colina que destaca en el horizonte infinito de llanuras castellanas, el pueblo de Sinlabajos. Es un pueblo pequeño de la Moraña mudéjar, tierra de frontera entre reinos anriguos. El caserío, de escasa altura, construído en adobe, ladrillo y piedra, es el típico de los pueblos de la Castilla cerealista, casas sencillas y funcionales, amplios corrales y numerosos almacenes de maquinaria agrícola. La Iglesia de San Pelayo, de origen románico mudéjar, ocupa uno de los bordes de su casco urbano junto a la carretera que fue camino empedrado entre Madrigal y Arévalo. Ruta de Reyes. El templo da paso en su parte trasera a uno de los paisajes más fascinantes de la vieja meseta de cereal apenas arbolada que se abre hasta perderse en el horizonte. Este paisaje desnudo e inhóspito, solitario como pocos los de esta península nuestra, siempre consigue conmoverme al hacerme sentir insignificante, perdido en la mágica atmósfera de estos campos infinitos.
© 2017 Jaime Tello García
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