SAN ESTEBAN DE LA SIERRA Entre las boscosas montañas de la Sierra de Francia, y mirando más a Extremadura que a la provincia salmantina a la que pertenece, se ubica San Esteban de la Sierra, pueblo con un fuerte carácter serrano, de casas de entramado y piedra, algunas blasonadas, y situado en una fuerte pendiente que tributa a un recién nacido y sureño Río Alagón. Circulando por la tortuosa carretera que viene de San Miguel de Valero, camino natural hacia …
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SAN ESTEBAN DE LA SIERRA
Entre las boscosas montañas de la Sierra de Francia, y mirando más a Extremadura que a la provincia salmantina a la que pertenece, se ubica San Esteban de la Sierra, pueblo con un fuerte carácter serrano, de casas de entramado y piedra, algunas blasonadas, y situado en una fuerte pendiente que tributa a un recién nacido y sureño Río Alagón. Circulando por la tortuosa carretera que viene de San Miguel de Valero, camino natural hacia Salamanca, podemos disfrutar del excelente panorama que brinda el valle del Alagón, con el pueblo colgado en su ladera, y la potente Sierra de Béjar como telón de fondo.
San Esteban forma parte de ese grupo de pueblos menos conocidos de la sierra salmantina, junto a Santibáñez, Villanueva del Conde o Sotoserrano, que remiten por su paisaje y estructura a los grandes conjuntos históricos de la zona (La Alberca, Miranda) pero que no han alcanzado su fama ni su poderío turístico. Son esos pueblos los que mejor permiten entender la arquitectura tradicional y los usos y costumbres de la comarca, ya que han conservado buena parte de su caserío original sin grandes transformaciones. Aunque no es menos cierto que al no estar en la primera línea turística y patrimonial, quizá se ha sido más permisivo a la hora de sustituir viejas edificaciones.
Calles estrechas, angostas y empinadas. Casas que se amontonan y superponen sus estrechas fachadas de gran altura, y que forman el grueso del bello conjunto urbano. Un conjunto que hunde sus raíces en la Baja Edad Media cuando se constituyó un primer barrio, la vieja judería, de pobladores que utilizaban las aguas del Alagón para mover sus molinos. Durante siglos ha sido la actividad ligada al medio natural la que ha traído prosperidad a sus habitantes, y que ha legado a la posteridad un importante patrimonio etnográfico disperso por el municipio. No obstante, el espectacular entorno natural del pueblo ha provocado un auge del turismo con la aparición de nuevos alojamientos rurales.
© 2017 Jaime Tello García
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