SAN ESTEBAN DE GORMAZ El visitante poco interesado en investigar los rincones más ocultos de los pueblos y ciudades que visita puede pensar que San Esteban de Gormaz es un pueblo más, sin demasiada tela que cortar, sin demasiado interés, si su visita se circunscribe a su Plaza Mayor y a alguno de los restaurantes que aquí se ubican. Sin embargo, y más allá del tópico que insta a buscar el encanto donde en realidad no lo hay, San Esteban …
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SAN ESTEBAN DE GORMAZ
El visitante poco interesado en investigar los rincones más ocultos de los pueblos y ciudades que visita puede pensar que San Esteban de Gormaz es un pueblo más, sin demasiada tela que cortar, sin demasiado interés, si su visita se circunscribe a su Plaza Mayor y a alguno de los restaurantes que aquí se ubican. Sin embargo, y más allá del tópico que insta a buscar el encanto donde en realidad no lo hay, San Esteban guarda, no tan escondidos, verdaderos tesoros del arte y la arquitectura castellana, fruto de su larga y tumultuosa historia. Para mí, San Esteban ha sido una de las sorpresas más agradables que me ha brindado la vieja Castilla, ya que viendo el pueblo desde la lejanía, viniendo de Ayllón por ejemplo, es difícil imaginar la belleza sobria de sus calles que me cautivó al instante.
Ubicada en el oeste soriano, perteneciente al partido judicial y la comarca de El Burgo, San Esteban se asienta sobre el eje natural del Duero, por el que circuló la vieja vía férrea abandonada que conducía a Ariza. Sobre la falda del cerro que alberga su viejo castillo de origen árabe se extiende el callejero y el caserío del pueblo, formado en su mayor parte de piedra y adobe, bien conservado, sin grandes discordancias, y adornado por la vieja puerta de la muralla que da salida a la carretera, y sobre todo por las dos iglesias románicas de San Miguel y El Rivero, ejemplos excepcionales del románico soriano. Nuestra Señora del Rivero, construída en el siglo XII en un pequeño cerro frente al castillo y sobre el río, mirador de excepción y pieza fundamental del románico del Duero.
Por último, dos recomendaciones de obligada visita en San Esteban: la subida al castillo, para disfrutar de su pintoresca ruina y de la vista lejana que alcanza hasta Gormaz y las sierras de Guadalajara; y la vieja estación de ferrocarril cuyas vías se adentran en la montaña, testigo mudo de un pasado que debería reivindicarse.
© 2017 Jaime Tello García
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