SAN CRISTÓBAL DE TRABANCOS
El discreto río Trabancos corre hacia el norte buscando el Duero y vertebra en su camino un amplio territorio en el límite de las provincias de Salamanca y Ávila. Es esta una vieja tierra de frontera entre los reinos de Castilla y de León, tierra mudéjar de modestos pueblos de agricultores que han luchado y sufrido por arrancar de estos duros campos el sustento de generaciones. San Cristóbal de Trabancos no es una excepción. La pequeña pedanía, dependiente del ayuntamiento de Rasueros, extiende su caserío por una suave loma al oeste de la Moraña que parece buscar la tierra salmantina de Peñaranda, capital comarcal esta que es la más cercana al pueblo. Sus casas modestas, de baja altura, levantadas en ladrillo y barro, forman un conjunto de apenas cuatro calles que se disponen entre la carretera y la Iglesia de San Cristóbal. El santo patrón del lugar, que dió nombre a la pedanía al cambiar sus habitantes el viejo topónimo de Cebolla, nombre por el que aún es conocido por las personas más arraigadas a esta tierra y que parecía remitir más a las formas redondeadas del cerro sobre el que se asienta que al propio fruto de esta tierra. El ábside de la Iglesia es sin duda una obra de arte excepcional, medieval, triple galería y arcos de medio punto, conjunto que despunta en el horizonte cebollero y que responde a la honda tradición mudéjar de esta comarca. La parte anterior del templo, la sección más moderna, de menores dimensiones y modesta construcción, antecede al fabuloso mirador sobre los valles y las llanuras de estos campos deforestados, granero de Castilla, paisaje secular reflejo de una forma de vida en extinción.
© 2017 Jaime Tello García