Peñausende (Zamora)

PEÑAUSENDE Viajando por el sur de Zamora hacia occidente, se hace evidente el cambio de paisaje que, por Peñausende, traslada al viajero de las infinitas llanuras y campos de Castilla hacia las onduladas y frescas dehesas del Sayago, comarca de la que el pueblo es puerta de entrada. Su término municipal ocupa el sector más meridional y oriental de la comarca, lindando ya con los pueblos salmantinos de la Tierra de Ledesma, con cuya morfología y arquitectura tiene rasgos en …

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PEÑAUSENDE
Viajando por el sur de Zamora hacia occidente, se hace evidente el cambio de paisaje que, por Peñausende, traslada al viajero de las infinitas llanuras y campos de Castilla hacia las onduladas y frescas dehesas del Sayago, comarca de la que el pueblo es puerta de entrada. Su término municipal ocupa el sector más meridional y oriental de la comarca, lindando ya con los pueblos salmantinos de la Tierra de Ledesma, con cuya morfología y arquitectura tiene rasgos en común. Tierra luminosa y transparente, de cielos profundos y horizontes salpicados por dehesas y campas donde pasta el ganado. La piedra se hace omnipresente en sus fachadas y edificios más notables, y así lo hizo en lo alto de la Peña, la de Peñausende, que albergara, no puede ser de otra forma dada su ubicación estratégica, un castillo de la Orden de Santiago, de cuando se estaban reconquistando estas tierras a las huestes musulmanas. La peña, y el castillo, buscan el sol del ocaso mientras el pueblo cae hacia el oriente, al igual que San Martín de Tours, la bella y gran iglesia que se alza al pie de la vieja fortaleza. El camino desde el pueblo hasta el punto más alto del peñasco es emocionante, buscando las vistas fabulosas que, hacia el oeste, hacen de esta ubicación uno de los mejores miradores de la provincia. Panorámicas engalanadas por la luz de aquella mañana en que pasé por Peñausende, luz contrastada y matizada por finas nubes que imprimían sobre el pueblo un color relajado y natural, fuerte cromatismo que contrastaba vívamente con la belleza del paisaje que lo envuelve.
© 2017 Jaime Tello García


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