MONASTERIO DE VERUELA Aragón cuenta con un número importante de fundaciones monásticas, casi todas arrasadas por guerras, saqueos y desamortizaciones. Veruela ha tenido una suerte relativa, ya que mucho se ha salvado aunque otro tanto se ha perdido, sobre todo el patrimonio mueble, el más susceptible de rapiña y destrozo. Cada vez que paso por la carretera que une Tarazona con Zaragoza, que no han sido pocas veces, no puedo reprimir el impulso de tomar el desvío para visitar Veruela …
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MONASTERIO DE VERUELA
Aragón cuenta con un número importante de fundaciones monásticas, casi todas arrasadas por guerras, saqueos y desamortizaciones. Veruela ha tenido una suerte relativa, ya que mucho se ha salvado aunque otro tanto se ha perdido, sobre todo el patrimonio mueble, el más susceptible de rapiña y destrozo. Cada vez que paso por la carretera que une Tarazona con Zaragoza, que no han sido pocas veces, no puedo reprimir el impulso de tomar el desvío para visitar Veruela y recorrer sus mágicas estancias, pasear entre sus muros. El amplio horario de visitas, algo excepcional en este tipo de monumentos, facilita sin duda el acceso y hace que sea difícil encontrar Veruela cerrado. Y además he tenido suerte, ya que, creo recordar, en todas mis visitas me ha acompañado una lluvia espesa que sin duda ha contribuído a reforzar la sensación de viaje en el tiempo a un momento medieval, oscuro y fantástico, de escribanías y monjes medievales, de santidad y poder.
Veruela es una fundación cisterciense del siglo XII. Surge como una donación de Pedro de Atarés a los monjes de Scaladei, en 1141. La ubicación, en el Somontano del Moncayo y junto al río Huecha, una tierra rica en agua y piedra, pero con un grado de aislamiento y soledad propicio para el recogimiento y la oración, hace que el Monasterio se levante y prospere con rapidez, ejerciendo la jurisdicción y el vasallaje sobre un buen número de aldeas de su entorno. Durante ocho siglos, la comunidad monástica de Veruela engrandeció su patrimonio, realizando sucesivas reformas y ampliaciones, amurallándolo y fortificándolo, hasta que la Desamortización segó su historia y lo sumió en el abandono. La creación de una hospedería, frecuentada por visitantes ilustres y bohemios como los Hermanos Bécquer que contribuyeron de forma definitiva a acrecentar la fama del cenobio, frenó el deterioro y promovió la conservación de los muros de Veruela. El monumento entra en la modernidad como una propiedad de la Diputación de Zaragoza, y ejerce de centro de difusión de la cultura y el patrimonio aragonés. Veruela, crisol de la historia del arte de los últimos mil años, románico en su portada, gótico de sus naves, claustros medievales y barroco en sus últimas ampliaciones. Un conjunto monumental extraordinario en un entorno de belleza inigualable. Uno de los cuatro o cinco lugares de obligada visita en Aragón y sin duda uno de los monasterios españoles más memorables que he visitado.
© 2017 Jaime Tello García
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