LA ZAIDA El corredor entre Zaragoza y los meandros del Ebro, por Sástago y Escatrón, transita por un valle amplio y poco profundo, horadado por el lento discurrir gran río ibérico por la tierra débil de la Ribera Baja. Quinto, Pina, Gelsa, Velilla o La Zaida son asentamientos que parecen haber surgido en lo alto de cerros, para vigilar el tránsito y proteger la tenencia de este amplio territorio. Agua, asfalto y raíles que corren paralelos en busca de las …
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LA ZAIDA
El corredor entre Zaragoza y los meandros del Ebro, por Sástago y Escatrón, transita por un valle amplio y poco profundo, horadado por el lento discurrir gran río ibérico por la tierra débil de la Ribera Baja. Quinto, Pina, Gelsa, Velilla o La Zaida son asentamientos que parecen haber surgido en lo alto de cerros, para vigilar el tránsito y proteger la tenencia de este amplio territorio. Agua, asfalto y raíles que corren paralelos en busca de las tierras mediterráneas. En La Zaida la carretera abandona su rectitud y se mete en líos de vallejos, páramos y puentes. Es este un pueblo encajonado entre desiertos y el cauce del Ebro. Desiertos de Belchite, del Bajo Martín y, al norte, los horizontes monegrinos. También es un pueblo caluroso, casi tropical como sugieren las escasas palmeras que jalonan la carretera de Zaragoza, que parecen buscar una línea de costa sin saber que es el río lo que espera. La Zaida es, como el resto de pueblos de la comarca, un poblamiento milenario. Los íberos ya poblaron el lugar en el siglo VI A.C., y parece que el topónimo guarda una raiz de aquel periodo, referido a "zai-", castillo. El emplazamiento musulmán, distinto al prerromano, fue reconquistado en 1133 siendo otorgado señorío a la familia Castellot, poderoso linaje descendiente de los Petrucio, notable familia aragonesa. Tras la cesión del dominio a la Corona, son los Cerdán los que se hacen con el privilegio de la villa que guardan hasta el siglo XIX, cuando se suprimen los señoríos de origen feudal. Su vieja casa es el epicentro de la Zaida histórica, pequeño conjunto de calles y casas más antiguas de fachada por lo general encalada, que se formó en torno a la Iglesia de San José, en las proximidades del propio cauce. El templo, que ha sido muy modificado a lo largo de su historia hasta el mismo siglo XX, pareció ser la capilla de aquella gran casa señorial de los Ximénez - Cerdán. El paso de la carretera y la apertura del caserío hacia la misma y hacia la estación del ferrocarril han hecho que existan dos Zaidas, la vieja antes mencionada y la nueva Zaida de casas amplias y más o menos modernas, más cercana a la carretera y que toca la estación y el importante polígono industrial que se ha formado junto a ella.
© 2017 Jaime Tello García
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