GODOJOS Godojos es un precioso pueblo aragonés perteneciente a la Comunidad de Calatayud. No llegan a la cincuentena sus habitantes, que fueron medio millar en mejores tiempos. El pueblo se dispone en terrazas, y sus casas jalonan calles empinadas que trepan desde el casco urbano hacia el castillo del siglo XIII, resguardado por la bella geología de las sierras de Alhama. El día que paré por aquí no era mi intención detenerme a conocer el pueblo, de hecho ni tan …
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GODOJOS
Godojos es un precioso pueblo aragonés perteneciente a la Comunidad de Calatayud. No llegan a la cincuentena sus habitantes, que fueron medio millar en mejores tiempos. El pueblo se dispone en terrazas, y sus casas jalonan calles empinadas que trepan desde el casco urbano hacia el castillo del siglo XIII, resguardado por la bella geología de las sierras de Alhama. El día que paré por aquí no era mi intención detenerme a conocer el pueblo, de hecho ni tan siquiera había oído hablar de él, simplemente conducía entre Alhama y Nuévalos y, claro, me ví sorprendido por la inusual estampa de su castillo espléndido, torre perfecta que se alza en lo más alto del casco urbano. Iba algo justo de tiempo hacia el Monasterio de Piedra, así que aguardé al regreso para recorrer sus calles. Ni un alma paseaba por ellas, era un mediodia de marzo y el tiempo parecía haberse detenido, aunque sospecho que fuera de julio y agosto debe ser así todo el tiempo. Atraído por la fortaleza detuve mi camino en la gran plaza que alberga la iglesia y el ayuntamiento. Y comencé a andar. La ruína se hacía palpable en muchas de sus casas. Hacia las eras, las viejas naves y los corrales desvencijados daban fé de décadas de abandono. Bellísimas fachadas de reminiscencias góticas, portales en arco, ventanas ojivales que le hacen a uno pensar en un tiempo en blanco y negro en el que abundaban los gritos de los niños jugando en las calles y las familias habitando edificios que ahora aparecen medio caídos. Trepando a lo más alto se hace evidente, en sus inmediaciones, el papel residencial que hoy ejerce el castillo, que hasta no hace tanto yaciera abandonado. Y uno envidia a esos modernos propietarios que, por suerte o capricho, se han hecho con un pedazo de la historia de Aragón.
Mi visita a Godojos consiguió recordarme porqué me gusta tanto viajar por Aragón. Es esta una tierra sorpresas constantes en forma de parajes singulares, castillos intactos, arquitectura popular extraordinaria, y mil y un rincones en los que disfrutar de la paz y el sosiego que brindan los lugares despoblados que, para bien o para mal, son muy abundantes en estas tierras aragonesas. Pueblos de callejero difícil fruto de un poblamiento milenario muchas veces ligado a viejos asentamientos musulmanes. Y todo ello lo encontré en Godojos.
© 2017 Jaime Tello García
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