EL FRAGO En un destacado promontorio que domina el valle formado por el río Arba de Biel en su camino hacia el sur, se extiende el enrevesado callejero del viejo pueblo de El Frago, cuyo topónimo parece provenir precisamente de la fragosidad del terreno sobre el que se asienta. Destacan en sus calles el románico de sus edificios religiosos y los testimonios de la importante comunidad judía que aquí habitó hasta su expulsión, presencia por otra parte muy común en …
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EL FRAGO
En un destacado promontorio que domina el valle formado por el río Arba de Biel en su camino hacia el sur, se extiende el enrevesado callejero del viejo pueblo de El Frago, cuyo topónimo parece provenir precisamente de la fragosidad del terreno sobre el que se asienta. Destacan en sus calles el románico de sus edificios religiosos y los testimonios de la importante comunidad judía que aquí habitó hasta su expulsión, presencia por otra parte muy común en los pueblos que forman esta bella comarca de las Cinco Villas zaragozanas. El románico de su iglesias, de San Nicolás de Bari del siglo XII, y de San Miguel, preciosa ermita románica de la misma época ubicada en la subida hacia el pueblo.
El Frago fue villa durante buena parte de la Baja Edad Media, aunque la decadencia en la que se sumió tras la explusión de los judíos y la unificación de los reinos peninsulares le hizo perder tal categoría para convertirse en "lugar". Bajo la protección de la diócesis de Tarazona y del Corregimiento de las Cinco Villas, El Frago se convierte en cabeza de ayuntamiento a principios del siglo XIX, dentro del partido judicial de Ejea. Y con sus más y sus menos, bajo la espada del éxodo rural, el pueblo llega a nuestros días como un pequeño municipio cincovillano, uno de los pueblos mejor conservados y menos adulterados de la comarca, en el que las calles largas y estrechas vertebran el caserío, generalmente de piedra, que parece buscar la presencia de San Nicolás evitando así precipitarse al valle que vigila y gobierna desde la altura.
© 2017 Jaime Tello García
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