CUEVAS DE CAÑART Remoto y perdido, sorprendente y deslumbrante, el casco urbano de Cuevas de Cañart no deja indiferente al visitante que se acerque hasta aquí desde Castellote o, lo que es más recomendable, desde Ejulve por una pista que en algunos mapas ni aparece, pero que regala al que se aventure por ella algunas de las panorámicas más bellas del Maestrazgo turolense. Las masías y al fondo, los pinares de las sierras que ya despuntan allá por Santolea, nos …
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CUEVAS DE CAÑART
Remoto y perdido, sorprendente y deslumbrante, el casco urbano de Cuevas de Cañart no deja indiferente al visitante que se acerque hasta aquí desde Castellote o, lo que es más recomendable, desde Ejulve por una pista que en algunos mapas ni aparece, pero que regala al que se aventure por ella algunas de las panorámicas más bellas del Maestrazgo turolense. Las masías y al fondo, los pinares de las sierras que ya despuntan allá por Santolea, nos transportan, atónitos ante tanta belleza y soledad, hasta la hoya al norte de la Sierra de la Garrocha en la que se ubica Cuevas de Cañart. Es un pueblo casi aislado y despoblado, en el que la vida se abre camino abrazando al voraz turismo que todo lo invade y todo lo revitaliza. No en vano, Cuevas de Cañart ha alcanzado cierta fama por el hotel que alberga uno de sus edificios más insignes, una gran casa-palacio del siglo XVIII, que genera una sinergia turística antes inexistente en el pueblo. Sin embargo, pronto descubriremos que el casco urbano de Cuevas es una de las joyas del urbanismo y la arquitectura aragonesa, que ha sabido, o podido, conservar una parte muy importante de sus edificios originales y que por el relativo aislamiento que ha padecido, no ha sufrido el drama de una modernidad que ha desfigurado para siempre tantos pueblos de España. Conventos, casonas señoriales, ermitas, y la Iglesia barroca de San Pedro Apóstol, y así un sinfín de rincones y edificios singulares que hacen de este pequeño pueblo uno de los más interesantes de todo Aragón.
© 2017 Jaime Tello García
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