CUELGAMURES
Cuelgamures es un pueblo pequeño, que no alcanza los cien vecinos empadronados, envejecido tras el fuerte éxodo rural acaecido durante el siglo XX. Pueblo agrícola y ganadero de profundos paisajes rurales. Desde lo más alto de Cuelgamures, allá por donde despunta la espadaña de su iglesia, se divisa una de las mejores panorámicas de esta subcomarca zamorana por la que siento un especial interés, Tierra del Vino entre El Cubo y Fuentelapeña, tierra ondulada de suaves colinas y amplios valles marcados por arroyos y torrentes que tributan al Talanda y al Duero. Una tierra de preciosos pueblos muy compactos, ubicados generalmente en laderas que caen sobre aquellos cauces, en cuyas riberas se ubican frondosos y frescos bosquecillos. La piedra dorada de sus casas y el cierto grado de abandono de estos pueblos crea un paisaje único y singular, sorprendente al saberse tan cercano a grandes ciudades y vías de comunicación y, sin embargo, tan perdido en el tiempo. Acaso sea Cuelgamures uno de los más bellos pueblos de este territorio zamorano, ya que cuenta con un emplazamiento, un entramado urbano y una calidad de su arquitectura popular excepcional.
Cuelgamures es una villa de trazado medieval, que cuenta con restos romanos en su término, tal es la antigüedad de su poblamiento, y también con algunas cuevas excavadas hace siglos. Las primeras noticias sobre Cuelgamures datan del siglo XII, cuando aparecen las primeras referencias a un lugar llamado "Colga Mures", dormidero de murciélagos, en referencia a alguna cueva o bodega donde habitaran tales animales. Convertido en poblamiento estable, se levanta la vieja iglesia de Santa María Magdalena, bellísimo edificio de una sola nave erigido durante los siglos XIII y XIV aunque sufre notables modificaciones posteriores. Ubicada en el punto más alto y gobernando el devenir del pueblo, las casas se extienden a sus pies, hacia el sur y el oriente, buscando la zona más llana y cercana al agua y a la carretera, que es el viejo camino junto al que se levantan las casas más saneadas y modernas.
© 2017 Jaime Tello García