Caracena (Soria)

CARACENA Hay veces en que los mapas son traicioneros. Llegué hasta Caracena por lo que, en el papel, parecía ser una bonita carretera local, pero que en realidad era un camino de grava, bien consolidado pero camino al fin y al cabo. Y aunque así el viaje puede ser más pintoresco, mi coche no estaba ya para ir dando tumbos. Esta anécdota da una idea del remoto emplazamiento de Caracena y los pueblos y tierras que la rodean, en el …

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CARACENA
Hay veces en que los mapas son traicioneros. Llegué hasta Caracena por lo que, en el papel, parecía ser una bonita carretera local, pero que en realidad era un camino de grava, bien consolidado pero camino al fin y al cabo. Y aunque así el viaje puede ser más pintoresco, mi coche no estaba ya para ir dando tumbos. Esta anécdota da una idea del remoto emplazamiento de Caracena y los pueblos y tierras que la rodean, en el extremo sur de la provincia de Soria, cerca ya del límite con Guadalajara. Son tierras altas que se abren al norte de las serranías, salpicadas de un buen número de pueblos que, los más, fueron casi abandonados, aunque hoy día se encuentran en franca recuperación de la mano del turismo rural y la vuelta a los pueblos de vecinos que emigraron a la gran ciudad. Turismo y vuelta al pueblo, de nuevo impulsores del desarrollo y a pesar de ello, respetuosos con la herencia y el patrimonio de pueblos bellísimos y emocionantes, donde lo que más pesa y atrae es la inmensa soledad que se respira en sus calles y plazas. Caracena es un buen exponente de estos pueblos que históricamente han pertenecido a las Tierras de El Burgo. El minúsculo caserío de Caracena se eleva sobre un promontorio calcáreo en un entorno de barrancos y cañones que tributarán al Duero. La plaza vertebra el casco urbano que se eleva hasta las preciosa Iglesias románicas que coronan el pueblo a ambos extremos, este y oeste. Son quizá dos de los mejores ejemplos del románico soriano, la de San Pedro con una excepcional galería de orientación sur. Pero la joya de Caracena es su castillo, de origen antiguo pero remozado en el siglo XV, cuya potencia da idea del poderío que alcanzó esta plaza en la Edad Media en la que llegó a contar con su propia tierra y jurisdicción sobre una veintena de aldeas. Para mí supuso una gran sorpresa este castillo, ya que por motivos que desconozco, es muy difícil encontrar en España castillos por los que transitar libremente sin la necesidad de guardar las formas. Es absurdo pretender limitar el acceso a viejas ruinas de muros tan gruesos que intentar destruirlos o deteriorarlos sería como intentar derribar una montaña. Por eso a veces es frustrante intentar visitar un castillo (Galve, Trasmoz), que, ubicado fuera del casco urbano y en un estado que no permite otro uso, ha sido cerrado a cal y canto impidiendo su visita más que en los restringidísimos horarios habituales. Caracena es una magnífica excepción, junto a Ucero, tambien en Soria y Almonacid, en Toledo. Adentrarse en sus garitas, en la torre del homenaje o incluso (como hasta no hace tanto se podía hacer en el Castillo de Maella, en Zaragoza) en sus sótanos. Recorrer cada rincón y sentir la pesada historia que han vivido estas piedras. El castilllo de Caracena, amplio, rectangular y construído en mampostería, es una de las fortalezas medievales más espectaculares y, me temo, más desconocidas de Soria y de Castilla. La belleza de sus muros, de su decadencia, es estremecedora y fascinante. Su emplazamiento al borde del cañón sobre el río Caracena desde el que vigila el horizonte le da una perspectiva única aún más hermosa desde la otra orilla. Aunque algo alejado del casco urbano, la visita al castillo es del todo obligada y justifica por sí sola el acercarse hasta estas tierras de paisajes espectaculares y donde el único sonido que se siente es el del viento envolviendo la soledad.
© 2017 Jaime Tello García


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