BERROCAL DE SALVATIERRA En las inmensas dehesas del sur de Salamanca, cerca ya de las sierras de Béjar y Francia, afloran un buen puñado de pueblos preciosos que, por lo general, ocupan algún altozano en un paisaje suavemente ondulado. En lo alto, la iglesia. A sus pies, el callejero y el caserío tradicional de amplios corrales y huertas que siguen ocupando sus esforzados vecinos, que se volcaron antaño en la explotación de la tierra y del ganado y hoy forman …
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BERROCAL DE SALVATIERRA
En las inmensas dehesas del sur de Salamanca, cerca ya de las sierras de Béjar y Francia, afloran un buen puñado de pueblos preciosos que, por lo general, ocupan algún altozano en un paisaje suavemente ondulado. En lo alto, la iglesia. A sus pies, el callejero y el caserío tradicional de amplios corrales y huertas que siguen ocupando sus esforzados vecinos, que se volcaron antaño en la explotación de la tierra y del ganado y hoy forman una población envejecida. Así es Berrocal de Salvatierra, pueblo al oeste del gran eje de comunicación de la Via de la Plata, que fue ferrocarril y carretera y que hoy es autovía aséptica que da de lado a todos estos pueblos. Pertenece a la comarca de Guijuelo, importante centro chacinero que dista apenas unos kilómetros, y se ubica en el predio de Salvatierra de Tormes, señorío ligado a la Casa de Alba cuya cabecera se asoma al Tormes por Santa Teresa, al oriente de Berrocal. Berrocal es un núcleo pequeño que apenas supera los cien habitantes, lejos de los más de 500 con que contara en los mediado el siglo XX. El vaciado de las grandes fincas ganaderas, el abandono del medio rural y el cierre de infraestructuras como el ferrocarril hicieron de esta una tierra alejada y remota y, sin embargo, tan cercana a la gran ciudad de Salamanca de la que dista apenas cincuenta kilómetros. En lo alto, la Iglesia de la Asunción, construcción rural modesta y con el cementerio anejo. Desde allí se divisa un horizonte amplio plagado de la belleza de un mundo rural en retroceso.
© 2017 Jaime Tello García
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