Ariza (Zaragoza)

ARIZA Siempre me ha llamado la atención cómo los límites administrativos, que suelen contar con algún sentido histórico, separan provincias, regiones y reinos pero también estilos arquitectónicos y tipologías urbanas. Ariza es un pueblo típicamente aragonés desde el que casi se otea la Castilla de pueblos con casas más bajas, calles amplias e iglesias sin esas torres tan aragonesas que parecen querer tocar el cielo. Confieso que en mi paseo por sus calles no fuí capaz de encontrar el camino …

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ARIZA
Siempre me ha llamado la atención cómo los límites administrativos, que suelen contar con algún sentido histórico, separan provincias, regiones y reinos pero también estilos arquitectónicos y tipologías urbanas. Ariza es un pueblo típicamente aragonés desde el que casi se otea la Castilla de pueblos con casas más bajas, calles amplias e iglesias sin esas torres tan aragonesas que parecen querer tocar el cielo.
Confieso que en mi paseo por sus calles no fuí capaz de encontrar el camino de subida al cerro del viejo Castillo de Ariza. El Sagrado Corazón me llamaba para que lo intentara, pero debí atacar por el lado contrario. Esa búsqueda me sirvió para conocer la trasera del pueblo, las calles orientadas al lado norte, y con ello me formé una idea más completa de lo que es Ariza. Pero al ser infructuosa me privó de la que seguro era una vista magnífica. Ariza es un pueblo grande, en torno a 1000 habitantes, ubicado en tierra de frontera. Uno de los últimos pueblos aragoneses que ejerce de puerta hacia Castilla. Por ello, como es razonable, contó con un importante castillo en el cerro antedicho, del que apenas quedan restos. Lo cierto es que el cerro, una meseta que gobierna el pueblo, pide a gritos la presencia de un castillo, así que no hace falta documentarse mucho para pensar que fue plaza defensiva. El casco urbano, de gran belleza, cae por la ladera del cerro hacia el sur, en un conjunto de calles paralelas a las curvas de nivel, y otras que las atraviesan perpendicularmente, cayendo por la cuesta en requiebros y vericuetos. Las fuertes cuestas del callejero de Ariza han creado un precioso paisaje de casas en apariencia superpuestas, de rincones muy pintorescos. La Iglesia de Santa María la Real, de estilo gótico aragonés, es la punta de lanza del rico patrimonio que se completa con ermitas, algún palacio venido a menos, y un conjunto de arquitectura popular de casas estrechas y de cierta altura, con revoco y las más veces encaladas. Además, Ariza contó con ferrocarril desde muy temprano, y ello se evidencia en el importante conjunto de construcciones ferroviarias, estación, silo y algunas casas. Esperemos que nunca deje de parar un tren en Ariza, y en tantos otros pueblos que reciben tanta vida en sus andenes.
© 2017 Jaime Tello García


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