ALMENARA DE TORMES Andaba yo inquieto en mi casa de Salamanca, buscando algún sitio cercano que visitar. Así que cogí el coche y conduje por la Carretera de Ledesma buscando algo interesante. Pasé por las arboledas del Tormes, por Valverdón, y topé por Almenara con una iglesia fabulosa recortada sobre la silueta del cerro que cae hacia el río. Y paré. La travesía de Almenara me parecería más peligrosa si las calles del pueblo estuvieran más pobladas. Se hace difícil …
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ALMENARA DE TORMES
Andaba yo inquieto en mi casa de Salamanca, buscando algún sitio cercano que visitar. Así que cogí el coche y conduje por la Carretera de Ledesma buscando algo interesante. Pasé por las arboledas del Tormes, por Valverdón, y topé por Almenara con una iglesia fabulosa recortada sobre la silueta del cerro que cae hacia el río. Y paré. La travesía de Almenara me parecería más peligrosa si las calles del pueblo estuvieran más pobladas. Se hace difícil pensar en la casualidad que supondría que un coche, que recorra el camino entre Ledesma y Salamanca, y un peatón almenaro cruzaran sus caminos de forma poco venturosa. Y aun así los coches circulan, pegados a las casas, dejando pasar de largo una de las joyas del románico salmantino. Así es la Iglesia de Santa María la Mayor, ubicada en la parte mas alta y occidental del casco urbano, buscando el sol del atardecer con su fabulosa espadaña y escondiendo, en su parte inferior, preciosos capiteles labrados en el siglo XII. Y es que por aquél tiempo Almenara jugó un papel relevante en la defensa de la frontera del Tormes con los reinos musulmanes en retroceso. Era villa, y a buen seguro contó con castillo o algún tipo de defensa. Y es igualmente probable que en esta ubicación ya existiera un fuerte árabe que dominara toda la amplitud del valle, dada la ubicación excepcional del pueblo. Una atalaya desde la que indicar con fuego y humo la presencia de peligros. Ahí está el origen del topónimo, Almenara, palabra árabe que define la presencia de atalayas y fuego, el fuego encendido sobre torres con propósito de advertir o avisar. Aunque poco rastro quede de la presencia morisca, sí existen vestigios de su repoblación cristiana como es la antigüedad de la propia Iglesia, obra iniciada en el siglo XII aunque ampliada en siglos posteriores hasta el siglo XVIII. La presencia de trabajados capiteles y decoración bajomedieval parece indicar el concurso de algún artesano musulmán que aplicara la minuciosidad de su arte en la elaboración de esta decoración. El poblamiento antiguo y la dedicación de sus moradores a los trabajos del campo, en la fértil vega del Tormes o en los páramos de secano y dehesa, dió origen a la configuracion de un casco urbano de difícil entramado y bellas casonas de piedra de dos alturas, grandes puertas y algunos esgrafiados. Aunque la cercanía a la ciudad ha dado lugar a un proceso relativamente intenso de sustitución de caserío, aún resiste Almenara como bella antesala de Ledesma, un pueblo en el que disfrutar de un agradable paseo por la Salamanca rural.
© 2017 Jaime Tello García
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