Aldea del Obispo (Salamanca)

ALDEA DEL OBISPO Aldea del Obispo es conocida, sobre todo, por la presencia en su término del imponente Fuerte de la Concepción, fortaleza muy cercana al casco urbano e integrada en la ruta transfronteriza que la une lugares como Ciudad Rodrigo o Almeida. El fuerte, arruinado cuando yo lo visité y al parecer convertido hoy en una alojamiento singular, es una de esas construcciones estrelladas levantadas en los siglos XVII y XVIII concebidas para albergar grandes contingentes de tropas y …

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ALDEA DEL OBISPO
Aldea del Obispo es conocida, sobre todo, por la presencia en su término del imponente Fuerte de la Concepción, fortaleza muy cercana al casco urbano e integrada en la ruta transfronteriza que la une lugares como Ciudad Rodrigo o Almeida. El fuerte, arruinado cuando yo lo visité y al parecer convertido hoy en una alojamiento singular, es una de esas construcciones estrelladas levantadas en los siglos XVII y XVIII concebidas para albergar grandes contingentes de tropas y para defender puntos especialmente vulnerables. Abaluartado y con un gran foso, iniciado en el siglo XVII pero intensamente transformado en el XVIII, pocos años estuvo en pie y funcionando ya que fue volado en 1810, durante la Guerra de la Independencia. Abandonado, convertido en cantera y vendido por el Estado, ha llegado al siglo XXI como una de las más extraordinarias fortalezas modernas de España. La fama del monumento ha hecho de Aldea del Obispo un pueblo visitado con cierta frecuencia, a pesar de su alejamiento de las rutas habituales y de su emplazamiento remoto, lejos de grandes núcleos de población. El pueblo ocupa el extremo occidental de la provincia de Salamanca, en la misma frontera con Portugal, un paso tranquilo y suave alejado de los cañones de las Arribes y atravesado por una carretera estrecha. Sólo salta a la vista, en este tránsito, el cambio de arquitectura de la tradición de las Arribes a la portuguesa. Aldea del Obispo aparece en la historia en el contexto de la repoblación de las tierras del Duero, en el siglo XIII, tras la reconquista, como donación al Obispo de Plasencia por los servicios prestados a la corona. En torno a la casona levantada por el obispado se extienden las calles y las casas de nuevos pobladores que conforman la estructura urbana de Aldea, entramado heredado que es el que podemos disfrutar en la actualidad. El pueblo tiene una forma redondeada, es compacto y vertebrado por unas pocas calles que confluyen en la gran plaza a la que se asoma el ayuntamiento y que da paso a la Calle de la Iglesia, que conduce al templo en la parte más alta. La arquitectura de sus casas, modesta y muy renovada, ha sido muy respetuosa con el entorno hasta el punto de quedar muy integrado el pueblo en el paisaje adehesado que lo rodea, formando una estampa bellísima desde el Fuerte.
© 2017 Jaime Tello García


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