FONTIVEROS Fontiveros se ubica en el occidente de la Moraña abulense, en la cuenca que forma el río Zapardiel, de cuyo Cabildo formara parte según las primeras noticias escritas que se conservan sobre la villa, que datan del siglo XIII. Es un pueblo grande que por poco no llega a los mil habitantes, aunque contó con casi 2000 vecinos a mediados del siglo XX. En ese sentido ha resistido relativamente bien el intenso éxodo rural que vació estas llanuras castellanas. …
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FONTIVEROS
Fontiveros se ubica en el occidente de la Moraña abulense, en la cuenca que forma el río Zapardiel, de cuyo Cabildo formara parte según las primeras noticias escritas que se conservan sobre la villa, que datan del siglo XIII. Es un pueblo grande que por poco no llega a los mil habitantes, aunque contó con casi 2000 vecinos a mediados del siglo XX. En ese sentido ha resistido relativamente bien el intenso éxodo rural que vació estas llanuras castellanas. Ejerce de cabecera de una tierra extensa plagada de pequeños pueblos, y así ha sido desde hace varios siglos. La villa lograría tal título en el siglo XVI bajo la jurisdicción de Ávila, logrando por aquella época desgajarse y convertirse en señorío, que ostentaría el Marqués de Fontiveros. Pero sobre todo es conocida por ser la cuna de San Juan de la Cruz, religioso y místico y figura destacada del renacimiento español. El pueblo conserva el solar de su casa natal, sobre el que se levantó una iglesia de la orden, así como la pila bautismal y las tumbas de su padre y su hermano. Más allá de estos hechos, Fontiveros atesora uno de los patrimonios más notables de la comarca, en el que se aúnan lo civil y lo religioso, lo popular y señorial. Casas levantadas con apenas un poco de adobe y ladrillos se alternan con sólidas construcciones de sillería que con frecuencia tienen fachadas blasonadas. La Iglesia de San Cipriano alza su nave inmensa en el extremo occidental del casco urbano, junto a la carretera de Medina. La parroquial es una joya del mudéjar morañés, uno de los templos más grandes de la zona. Su factura en ladrillo, en varios cuerpos rematados por una torre de exquisitas proporciones, resulta de una belleza sublime en un entorno rural apenas transformado. Casonas, conventos y algún palacio salpican un casco urbano en general homogéneo y bien conservado, rodeado de horizontes limpios y cielos abiertos que anuncian que estamos en una tierra antigua, llana y profunda.
© 2017 Jaime Tello García
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