SANTA MARÍA DE HUERTA Visitar el Monasterio de Santa María de Huerta no es una experiencia más, ya que a diferencia de otros grandes monasterios, este no cuenta con una importante infraestructura turística ni un pueblo grande o un entorno exuberante que lo envuelva y lo potencie. Se trata simplemente de la belleza del edificio en el entorno yermo de un pueblo de construcción sencilla y modesta. De hecho, si no fuera por el extraordinario monasterio que fue el origen …
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SANTA MARÍA DE HUERTA
Visitar el Monasterio de Santa María de Huerta no es una experiencia más, ya que a diferencia de otros grandes monasterios, este no cuenta con una importante infraestructura turística ni un pueblo grande o un entorno exuberante que lo envuelva y lo potencie. Se trata simplemente de la belleza del edificio en el entorno yermo de un pueblo de construcción sencilla y modesta. De hecho, si no fuera por el extraordinario monasterio que fue el origen de su poblamiento no pasaría de ser Santa María un pintoresco pueblo soriano con valiosas muestras de arquitectura popular y, no lo olvidemos, estación de ferrocarril que aún mantiene el servicio, algo excepcional en una tierra que ha visto clausurar tantas líneas y paradas. Pero hablemos del maravilloso monasterio que el pueblo guarda con celo. Desde la Autovía de Nordeste podemos atisbar, con prudencia, su fabulosa arquitectura, la estampa del edificio de grandes dimensiones y el rosetón de su iglesia que sorprende a cualquier viajero que no sepa lo que aquí se esconde. La fundación cisterciense se remonta al siglo XII, aunque la construcción actual data en su mayor parte del XVI. El rey Alfonso VII decidió establecer una comunidad de monjes venidos de Francia como cumplimiento de una promesa tras el cerco de Coria. El lugar fue elegido buscando el cercano curso de agua del Jalón como fuente de vida para la comunidad y la huerta que establecieron en el recinto y que aún hoy se mantiene. El monasterio vivió una larga etapa de esplendor, ampliando su recinto en el siglo XVI. Sin embargo, la desamortización lo sumió en la ruina, como tantos otros monumentos españoles. En el caso de Santa María de Huerta, la providencial intervención del Marqués de Cerralbo, que promovió su difusión y recuperación, lo salvó de la ruina total, siendo declarado Monumento Nacional en 1882. La iglesia, el refectorio, los claustros del monasterio, el paseo en torno a su tapia, la visita a estas piedras evoca como en ningún otro monasterio que yo haya visitado, un tiempo de reflexión y retiro que aún sigue vigente en la comunidad que puebla sus estancias.
© 2017 Jaime Tello García
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