SIRESA Progreso por una carretera que corre paralela a las aguas del río Aragón Subordán. Dejo atrás Hecho y en el horizonte se acumulan los estímulos visuales. La belleza del valle, el ganado pastando y paciendo en las márgenes del río, las altas montañas como telón de fondo y, en primer plano, surgiendo tras una curva marcada a dos kilómetros de la capital del valle, los muros de San Pedro de Siresa, viejo monasterio cuya historia corre de la mano …
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SIRESA
Progreso por una carretera que corre paralela a las aguas del río Aragón Subordán. Dejo atrás Hecho y en el horizonte se acumulan los estímulos visuales. La belleza del valle, el ganado pastando y paciendo en las márgenes del río, las altas montañas como telón de fondo y, en primer plano, surgiendo tras una curva marcada a dos kilómetros de la capital del valle, los muros de San Pedro de Siresa, viejo monasterio cuya historia corre de la mano del Reino de Aragón. El edificio es sin duda de gran contundencia, hasta el punto de dejar oculto con su fábrica un sector importante del pueblo, que parece guarecerse de los crudos inviernos pirenaicos detrás de sus paredes. Muros milenarios cuya fundación se remota al siglo IX, cuando Galindo I Aznárez donó el término de Siressa para el establecimiento de una comunidad monacal en estas tierras tempranamente cristianizadas. De aquel monasterio que fue creciendo hoy sólo queda la iglesia, que es el principal monumento del pueblo y uno de los más destacados edificios del románico aragonés. El cenobio fue levantado en el siglo XI, y de él se conservan casi intactos sus volúmenes y sus formas y en un estado de conservación excepcional. No es difícil pensar, por la contundencia de la obra y su emplazamiento expuesto sobre una cresta que se asoma al amplio valle, un cierto papel defensivo en su concepción que ha legado para la posteridad su presencia singular integrada en el paisaje. El pueblo se levanta enteramente en piedra, al igual que la iglesia. El callejero se adapta a la ladera del cerro que cae sobre el Aragón en un entorno de bosques profundos y el fresco valle. Una postal de lo mejor del Pirineo aragonés.
© 2017 Jaime Tello García
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