Soria (Soria)

SORIA Hace poco visité una exposición sobre la obra fotográfica del gran Ortiz Echagüe, que en el inicio de su carrera fue pionero de la fotografía aérea tomada desde globo aerostático. Una de las imágenes expuestas era una vista aérea de la Soria de principios del siglo XX. Me impactó esa imagen, ya que vino a confirmar la idea que siempre he tenido de esta ciudad desde que la visité. Soria es una ciudad que fue, tuvo, y perdió. Y …

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SORIA
Hace poco visité una exposición sobre la obra fotográfica del gran Ortiz Echagüe, que en el inicio de su carrera fue pionero de la fotografía aérea tomada desde globo aerostático. Una de las imágenes expuestas era una vista aérea de la Soria de principios del siglo XX. Me impactó esa imagen, ya que vino a confirmar la idea que siempre he tenido de esta ciudad desde que la visité. Soria es una ciudad que fue, tuvo, y perdió. Y perdió no bajo las garras de la guerra o del abandono, sino de la pura especulación y de la falta de cultura conservacionista. Al igual que en otras ciudades de Castilla, en Soria no se supo o no se quiso respetar la arquitectura tradicional que pudo rehabilitarse y mantenerse, apostando por construir la ciudad moderna fuera del viejo recinto histórico. En lugar de ello, se sometió al antiguo casco a un proceso de sustitución de edificaciones tan intensivo que hoy poco queda reconocible de aquella pequeña ciudad medieval que quedó arrasada para siempre.
No dejo de sorprenderme al recorrer España y comprobar como hay tantas ciudades y pueblos que se han dedicado a destruir sistemáticamente su patrimonio. Un historiador, no recuerdo su nombre, dijo una vez que le sorprendía "lo mucho que hemos destruído en España en los dos últimos siglos, y a pesar de ello es increíble lo mucho que nos queda por destruir". Después de nuestra Guerra Civil, aún quedaban en pie extraordinarios cascos urbanos casi vírgenes que en Castilla, una de las regiones que menos sufrió los bombardeos de la guerra, conservaban casi toda la traza y la arquitectura original. Resulta increíble comprobar cómo a partir de los años 50 del siglo XX se decidió arrasar con todo en base a un mal entendido concepto de modernidad, proceso que llega a nuestros días (i.e. Teatro Bretón y Gran Hotel en Salamanca). Permítanme por favor que me desahogue con este tema, ya que siento una inmensa tristeza al ver lo que ha pasado aquí y una gran frustración al ver que nadie quiso o supo pararlo. Me temo que la frase "Si esto ya está viejo, no sirve" ha causado un daño inmenso del que no nos podremos recuperar. Y me duele aún más ver cómo en muchos lugares aún no se ha tomado conciencia del mal hecho en el pasado, con un aire de autosatisfacción y de orgullo por lo conservado, sin pensar en lo que fue y nunca más volverá, y que se perdió sin necesidad.
Dicho esto, volvamos a Soria. La ciudad llega a nuestros días como un conjunto de hitos aislados de inmenso valor, de islas cementadas por una ciudad nueva que nada aporta. El glorioso románico soriano; la bellísima Concatedral que, de forma extraña, casi se sale del casco urbano; el fabuloso Palacio de los Gómara; su Calle Mayor y el Ayuntamiento; o la preciosa ribera del Duero, un paraje único que alberga dos de los referentes de la ciudad: el claustro de San Juan de Duero y la Ermita de San Saturio. ¿Alguien puede pensar que una ciudad que alberga semejantes muestras de arte medieval pudo no haber sido una ciudad espléndida en el pasado?. Necesariamente, Soria sería hoy un excepcional museo vivo de urbanismo y arquitectura de haber sido otra su suerte. Y a pesar de todo lo dicho, Soria sigue teniendo un gran encanto. Será porque se sigue sintiendo en sus calles la historia intensa que le tocó vivir. O porque está enclavada en un entorno único como es toda la provincia de Soria, por la que siento especial debilidad. La ciudad que no ha podido o no ha sabido entender el valor del patrimonio heredado más allá de los hitos aislados que aún conserva. Hitos que, por sí solos, la colocan en una posición excepcional a la hora de atraer un turismo que quizá aún no es tan masivo como en otros lugares de Castilla.
© 2017 Jaime Tello García


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