Éjeme (Salamanca)

ÉJEME Junto al la fresca ribera del Tormes surgen un sinfín de pequeños pueblos que han aprovechado la riqueza que les ha ofrecido el agua abundante para subsistir. Éjeme es uno de esos pueblos, de calles muy amplias y casas con corral de baja altura que apenas sobresalen en el perfil del horizonte, y que trepan por la ligera ladera en cuya cima se ubica el bello cementerio, mirador excepcional de este sector del valle tormesino al norte del pantano …

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ÉJEME
Junto al la fresca ribera del Tormes surgen un sinfín de pequeños pueblos que han aprovechado la riqueza que les ha ofrecido el agua abundante para subsistir. Éjeme es uno de esos pueblos, de calles muy amplias y casas con corral de baja altura que apenas sobresalen en el perfil del horizonte, y que trepan por la ligera ladera en cuya cima se ubica el bello cementerio, mirador excepcional de este sector del valle tormesino al norte del pantano de Santa Teresa. Las casas, como decía, son de hechura modesta, mampostería, ladrillo enlucido y cemento, salteadas con tapias, corralones y almacenes de aperos y maquinaria. Aunque algunas casas han sido renovadas o levantadas en tiempo reciente, aún es posible en Éjeme disfrutar de un paseo a la altura de los tejados, algo poco común, dada la baja altura de sus construcciones. Éjeme seu ubica en una tierra tradicionalmente vinculada con la Casa de Alba, a cuya comarca, la Tierra de Alba de Tormes, pertenece. La estructura del pueblo gira alrededor de la iglesia, levantada en 1930 que guarda con celo un retablo extraordinario del siglo XVI, único vestigio de la vieja iglesia derribada en 1928. Aunque apenas alcanza los doscientos vecinos, el pueblo lucha por prosperar en un contexto de fuerte despoblación, ofreciendo el valor incalculable de su río y las alamedas que lo jalonan, pesca y naturaleza como elementos dinamizadores de este territorio.
© 2017 Jaime Tello García


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