SAN CEBRIÁN DE CASTRO San Cebrián es uno de los últimos pueblos de la inmensa Tierra de Campos, aunque aquí la llamen Tierra del Pan, antes de comenzar la transición hacia las sierras de Zamora y las comarcas de Sayago y Aliste. En medio de una enorme mancha de cereal, amarilla o verde según la estación del año, y en una de las zonas más deforestadas y bellas de Castilla y León, se alza su caserío, muy cercano a la …
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SAN CEBRIÁN DE CASTRO
San Cebrián es uno de los últimos pueblos de la inmensa Tierra de Campos, aunque aquí la llamen Tierra del Pan, antes de comenzar la transición hacia las sierras de Zamora y las comarcas de Sayago y Aliste. En medio de una enorme mancha de cereal, amarilla o verde según la estación del año, y en una de las zonas más deforestadas y bellas de Castilla y León, se alza su caserío, muy cercano a la vieja Vía férrea de la Plata y al Embalse de Ricobayo.
Confieso que visité San Cebrián de Castro un poco por casualidad, por hacer tiempo en mi camino hacia un asunto que me llevaba a Benavente, y a pesar del calor del mediodía de agosto en el que recorrí sus calles, la sorpresa fue mayúscula cuando descubrí un pueblo sencillo y bellísimo varado en la inmensidad del llano, plagado de rincones solitarios y pintorescos, y gobernado por una de las más bellas iglesias de estas tierras. No sé qué tienen los pueblos zamoranos, que aunque guardan similitudes con muchos otros de la región, me interesan y emocionan de forma especial, quizá porque al estar más alejados de grandes ciudades y ejes de comunicación, han llegado a nuestros días más "dejados", menos transformados y maltratados por el progreso y la modernidad.
El Castro de San Cebrián, la vieja fortaleza de Castrotorafe, que se encuentra en su término y se asoma hermosa a las aguas del embalse, fue uno de los primeros poblamientos importantes de estas comarcas zamoranas que, tras la Reconquista, fueron repobladas surgiendo un gran número de aldeas. Los constantes saqueos y las luchas por la posesión de la fortaleza provocaron su lento abandono en favor de la actual villa de San Cebrián, que recibió su población y su herencia histórica. Predio de la Orden de Santiago, en el pueblo aún se conservan varias casas blasonadas y escudos santiaguistas además de un conjunto de arquitectura popular de los siglos XIX y XX, de los más importantes de esta Tierra del Pan. La iglesia, en origen renacentista y muy transformada en el siglo XIX, es un precioso faro de piedra rojiza en el inmenso llano. A la entrada del pueblo se alza el viejo depósito exento, estampa de soledad. La sencillez y la modestia es, a veces, el valor más preciado para emocionar al visitante que, si sabe valorarlas en su justa medida, encontrará en San Cebrián de Castro una experiencia inolvidable.
© 2017 Jaime Tello García
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