Fuentesaúco (Zamora)

FUENTESAÚCO A medio camino de Toro y Salamanca, dos grandes ciudades históricas, se alza el caserío de Fuentesaúco. Sobre el paisaje de llanura despuntan sus iglesias y edificios más relevantes. Fuentesaúco es un pueblo marcadamente rural, agrícola y ganadero, integrado en el paisaje de la Guareña zamorana, tierra vieja, amplia y ondulada salpicada de pueblos grandes y marcada por la cercanía del gran Duero. Fuentesaúco surge como núcleo poblado tras la Reconquista, en el contexto de repoblación de las tierras …

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FUENTESAÚCO
A medio camino de Toro y Salamanca, dos grandes ciudades históricas, se alza el caserío de Fuentesaúco. Sobre el paisaje de llanura despuntan sus iglesias y edificios más relevantes. Fuentesaúco es un pueblo marcadamente rural, agrícola y ganadero, integrado en el paisaje de la Guareña zamorana, tierra vieja, amplia y ondulada salpicada de pueblos grandes y marcada por la cercanía del gran Duero. Fuentesaúco surge como núcleo poblado tras la Reconquista, en el contexto de repoblación de las tierras cristianizadas. La aldea prospera impulsada por el cultivo del cereal y el viñedo y en el siglo XVI alcanza su momento de mayor esplendor, en el que levanta sus dos grandes iglesias, algunas casas solariegas, y se configura su estructura urbana. Se consolida durante los siglos XVII y XVIII como cabecera de su comarca, lugar de celebración de ferias y mercados, rol que aún sigue ejerciendo como centro de servicios y comercio para los pueblos de la redolada. La fuerte crisis demográfica de la segunda mitad del siglo XX afecta gravemente al pueblo del mismo modo que al resto de la comarca, y hace que su población se reduzca en más de un 40%, aunque no pierde por ello la importancia que ha mantenido durante siglos, reforzando su papel como motor económico y comercial del sureste zamorano.
Actividades como la construcción, una pequeña industria transformadora asociada al sector agropecuario y el incipiente turismo ligado a sus profundas tradiciones y su paisaje fascinante han contribuído a fijar población y actividad, cimentando el futuro de Fuentesaúco. El pueblo es hoy uno de los más bellos del oriente de Zamora, con un amplio casco urbano vertebrado por las carreteras de Toro y Fuentelapeña, con sus dos grandes iglesias, una muy singular en estas tierras, de traza herreriana, Santa María del Castillo, que es el símbolo del pueblo y destaca en su perfil urbano. La otra, San Juan Bautista, tardogótica y renacentista aunque algo transformada, centra todo un sector del núcleo urbano de gran belleza, en el extremo sur del pueblo. Aunque lo que más llamó mi atención de Fuentesaúco es algo común a muchos de estos pueblos de la profunda e infinita meseta castellana: paisajes derivados del abandono de las últimas décadas, que luchan por recuperar su dignidad mejorando su caserío, pero en los que aún es posible sentir la soledad del éxodo que asoló el campo hace no tanto y que parece irreversible. Una joya y un extraordinario ejemplo de gran pueblo de llanura.
© 2017 Jaime Tello García


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